Una Universidad que no hace luto
"El hombre es un lobo para el hombre", decía Thomas Hobbes en el siglo XVII. ¡Y qué cierta sigue siendo esta afirmación ahora en el XXI! Nunca confié en la empatía del ser humano, pero en estos amargos momentos que nos toca vivir, más allá del aplauso sanitario y del "resistiré", está el dolor de las víctimas. No hablo de las víctimas del coronavirus, que ya son muchas y muy dolorosas, sino de todos aquellos que de una forma u otra están sufriendo las consecuencias. El pasado sábado falleció mi abuela, ajena a esta pandemia que nos desgasta. Es la primera vez que la muerte me dispara tan cerca y no hemos podido despedirla en condiciones humanas. No hemos podido compartir nuestro dolor con los familiares, más allá de una fría llamada o videollamada, sin sentir el calor humano.
En medio de esta situación yo me encuentro este viernes con un examen replanteado como online o telemático de un máster que antes era presencial. Con la mitad del temario sin explicar, pues muchos de los profesores se han limitado a poner a disposición unas diapositivas y presentaciones esquemáticas que no aportan más que confusión al estudiante. Tras solicitar al profesorado coordinación, aparato de defensa al estudiante y al propio Rector que, ante tal dramática situación, se me aplazase unos días la realización del mismo, obtengo respuesta negativa y excusa de que nada puede hacerse. ¿Nada puede hacerse o nada quiere hacerse?
La Universidad, ajena al dolor, me confirma aquello del filósofo inglés y corrobora mi creencia de que esta crisis, más que hacernos más humanos, nos deshumaniza. Vecinos miembros del refundado Comisariado del Pueblo para Asuntos Internos o de una moderna Gestapo, estados que roban a otros estados, una sociedad dividida y ahora una Universidad que no hace luto.
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