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Mascarillas o mordazas

20 de Abril del 2020 - Justo Roldán (Oviedo)

A tenor de la desinformación instaurada a raíz de la declaración del estado de alerta, la mascarilla se torna en el símbolo del amordazamiento, al que el Gobierno ha sometido –quién lo diría, después de aquellas protestas por la ley de Seguridad Ciudadana– a toda la población en general, y a los medios de comunicación no afines en particular.

Que Pedro Sánchez se está excediendo en las atribuciones constitucionales que le confiere un "estado de alerta" ya está siendo denunciado por toda la oposición parlamentaria –el último Pleno ha sido muy evidente– y por todos los medios de información que no han sido –o no han querido ser– deudores del dinero público, entregado tan generosamente por la administración social-comunista. Así es que la única información que llega a la mayoría de los españoles es aquella que se difunde donde más cobertura geográfica tienen los medios de comunicación audiovisuales. Y no es descabellado el pensar –si no una evidencia incuestionable– que esta les llega pasada por el "cedazo" de los ministerios correspondientes, según el tema del que se informe. Lo mismo ocurre con la prensa escrita, donde aquella que tiene la posibilidad económica de financiar sus canales de distribución, ocupa los quioscos con más prontitud y con un mayor número de ejemplares aún en los lugares más remotos.

Las ruedas de prensa; las comparecencias a lo "Fidel Castro", con esa extensión en metraje, y carente de un mínimo mensaje (que son las que machaconamente se repiten) chocan, con la escasa y filtrada retransmisión de lo que acaece en el Congreso de los diputados, obviadas por las cadenas de titularidad pública, y que son –como digo– las que más capacidad de penetración tienen en la España más rural y apartada, y que son, además de ridículas, claramente incompletas y opacamente informativas. Esto unido al confinamiento obligatorio en los hogares nos convierte a todos en un "Gran hermano", donde las noticias no llegan del exterior, o llegan solo aquellas que el "Súper" permite.

Así es que quienes tenemos la suerte de contar con una línea de ADSL o de fibra óptica, más o menos operativa, observamos cómo la desinformación y la desorientación son un hecho. Una vez accedes a las redes sociales (redes sociales, por cierto, también trilladas por este nuevo socialismo, dogmático), es donde se puede comprobar a tenor de los mensajes que ellas se publican, que son un "copia y pega" de las informaciones que por las razones expuestas les llegan. Pero la realidad no es así. Y solo se atisba un mínimo de ella, en los debates que se producen en los parlamentos, nacional o autonómico (estos últimos cerrados, mientras "Sálvame" sigue emitiendo) y que debieran ser de obligada emisión, al menos en las cadenas propiedad de todos los españoles. Esto sería lo mínimo que se debiera de exigir o esperar de una Administración que no quieran que "nadie nos mienta, ni que nos manipule", salvo que quien no dice toda la verdad, y por tanto la manipule, sea el propio Gobierno, como es el caso.

Con información sesgada la población saca conclusiones erróneas. Sin un control efectivo de la oposición, la Administración nunca se equivoca, todo lo hace bien, y nunca es responsable de nada. Y eso, ni es así, ni se le puede vender al contribuyente de esa forma tan maquiavélica. ¿Cuántos ciudadanos saben o pueden deducir por sí solos que "el gran desencadenante de la tragedia posterior de contagios fue la manifestación feminista, de aquel fatídico 8-M, por citar solo un ejemplo? ¿Saben, esas gentes que se encuentran solo, mediatizadas por la RTVE de Rosa María Mateo, y de la prensa subvencionada, que mientras el gobierno no llegaba a los mercados para adquirir material, guantes y mascarillas un empresario –no médico, como el ministro de Sanidad, pero sí un buen gestor–, Amancio Ortega, las conseguía antes, dejando en clara evidencia al Gobierno? ¿Se les ha informado, de que –al menos hasta el pasado 14 de abril– el número de fallecidos no corresponden con la realidad y aún se desconoce la cifra exacta? Evidentemente no han tenido ese anexo a la información oficial. Han sido informados, de lo que Pedro Sánchez, en nombre del Gobierno de coalición, ha querido que sepan. Eso sí, de lo que están sobradamente empachados, es de la deslealtad de la oposición (PP y VOX). Por negarse a blanquear una crisis, que ya acarrea oficialmente 20.000 fallecidos y que pudieran haber sido muchos menos si el Gobierno no hiciese caso a esos expertos que nadie conoce, sabe ni ve.

Si un atentado terrorista con doscientos muertos derivó en no ya perder las elecciones el PP sino en romper la jornada previa de reflexión, al grito de España no merece un gobierno que les mienta. Si un solo enfermo del ébola llevo al hoy presidente del Gobierno, a decir.... "Necesitamos políticos que no rehúyan los debates, que den la cara, que den seguridad a los ciudadanos, que protejan a los profesionales de la sanidad pública y que no nos responsabilicen de sus propios errores... Las palabras que nos salen son: desamparo, desvergüenza, descoordinación, desinformación y, en definitiva, desgobierno". ¿Qué debiera hacer la oposición ante esta dantesca situación? Según el secretario general de "estos" socialistas, ser leales, porque ni él, ni su Gobierno tienen la culpa y –cómo no– llegar a un acuerdo de Estado. ¡Pues no! Es el Presidente quien en esta situación en concreto tiene, por ley, toda la responsabilidad de la situación, debe como tal afrontarla, y ser a su vez fiscalizado por el Parlamento, que será quien exija responsabilidades si las hubiera o hubiese. Y les guste o no, no hay más cera que la que arde.

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