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Portugal y el coronavirus

26 de Abril del 2020 - Marcelo Noboa Fiallo (Gijón)

"Da Espanha nao pode esperar um bom vento ou um bom casamento", dice un refrán portugués, escaldados como quedaron del anexionamiento de Felipe II en 1580, durante dieciocho años, y por el ninguneo secular hacia su cultura y vecindad.

La España democrática siempre miró más allá de los Pirineos y dio la espalda a su vecino, pero pagó caro su desdén, porque Europa, por su parte, también miraba con desdén a España, hasta que ambas naciones pudieron entrar en la UE.

Hoy, Portugal, de manera silenciosa, sin estridencias, sin mirar por encima del hombro a nadie, está dando una lección de gobernabilidad desde la izquierda y una eficacia que asombra al resto de Europa en su lucha contra el coronavirus. Mientras Italia y España encabezan la lista de países europeos machacados por este enemigo "invisible" y el resto de Europa reza para para no seguir la estela de sus socios del Sur en el recuento macabro de cifras diarias, Portugal apenas cuenta con 17.400 contagiados y 545 fallecimientos.

Cuando todo esto pase y los sesudos análisis de todo tipo den respuestas a las preguntas que el común de los mortales nos seguimos haciendo en estos días, resultará interesante conocer las respuestas que se den a la pregunta: ¿por qué en Portugal no ha ocurrido lo que en España? ¿Es suficientemente explicativa la variable temporal? (un mes más tarde que en España apareció el primer caso). No es fácil, con los datos que hoy tenemos, dar una respuesta a ello, pero sí es pertinente poner blanco sobre negro en lo concerniente a las distintas maneras que se han tenido de reaccionar y afrontar el avance de la epidemia.

La clave quizás está en la rápida reacción de las autoridades lusas, al constatar la gravedad de la situación de sus vecinos ibéricos. Por ello, con sólo 112 casos y ningún fallecimiento, optaron por decretar el estado de alerta, procediendo al cierre de colegios, universidades, bares, restaurantes y actividades culturales. Solo tres días después, procedieron a decretar el estado de emergencia, el confinamiento definitivo de la ciudadanía y la limitación drástica del tráfico en la frontera con España. Más aun, el Gobierno de António Costa fue el único de toda Europa que procedió a proteger a los inmigrantes, legalizando a los que, estúpidamente, calificamos como "sin papeles".

Esta mañana, la emisora más escuchada de España, la SER (la más creíble, la más progresista), al hacer un repaso de la pandemia en los distintos países de Europa se olvidó de Portugal, destacando sobremanera el buen hacer de los austriacos, ya que "cuentan con solo 14.200 contaminados y 384 muertes"; los mismos que Portugal en relación con su número de habitantes. La misma información se reprodujo más tarde en RTVE-1... ¿Renace el ninguneo?

El caso es que la vecina Portugal presenta resultados en la peculiar batalla contra el COVID-19 solo comparables a los países escandinavos (en proporción a su población), y propiciando políticas sociales para los más vulnerables. ¿Tendrá algo que ver, en todo esto, el que la oposición de derechas se ha puesto del lado del Gobierno para combatir juntos la pandemia? "Señor primer ministro, le deseo coraje, nervios de acero y mucha suerte, porque su suerte es nuestra suerte", le dijo el representante de la derecha portuguesa a António Costa, mientras en España la derecha y extrema derecha hacen una oposición necrófila de tierra quemada.

¿Tendrá algo que ver que hace una semana en Portugal se habían producido tan solo 94 arrestos por incumplimiento del confinamiento, mientras España sumaba 3.800 y 650.000 denuncias?... Y esta mañana, la guinda, las cámaras indiscretas han "cogido" al mismísimo expresidente del Gobierno Mariano Rajoy burlando las órdenes de confinamiento.

No sé si nuestro querido José Saramago seguiría pensando hoy en su anhelada Unión Ibérica.

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