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Silencio en el balcón, estamos rodando

17 de Abril del 2020 - Héctor F. Lasheras Díez (Oviedo)

De acuerdo, tranquilicémonos todos, no corran, denme la oportunidad de ser leído. Vale que nuestra sanidad no es perfecta, oiga, tampoco lo es la democracia, ni si quiera lo es usted, ¿o sí? Por el contrario, todos tratamos de ser nuestro mejor "yo", o ¿quizás usted no?

En estos tiempos de pandemia y enclaustramiento, mi consumo de redes sociales se ha disparado, al igual que se ha disparado, en esto caso el descenso de "amigos" de Facebook. Lo confieso, no he podido más con este nuevo paletismo ilustrado, cuñadismo profesional, opinadores de balcón o llámelo usted como quiera.

David Dunning y Justin Kruger, postuladores del "efecto Dunnig-Kruger" (originales no eran, pero ya que lo postulan, que lleve su apellido), deben de estar con un gran dolor de cabeza. Estos señores, en síntesis, vienen a decir que "las personas con menos habilidades, capacidades y conocimientos tienden a sobreestimar esas mismas habilidades, capacidades y conocimientos".

Pues bien, parece ser que las redes sociales están llenas de gente capaz de abrirse una cuenta en Facebook, pero no de percibir su propia capacidad. No he podido observar una sola conversación sosegada y pausada sobre el COVID-19 que no acabe en "eres un facha y tú un puto rojo".

Desde luego lo personal sí que es político, qué razón tenía Carol Hanisch (que rechaza la autoría de la frase, pero la popularizó en su obra de 1969 bajo el mismo título que la frase). En definitiva, aquí se opina de política, no del virus; el virus es solo el pretexto.

Me parece fuera de lugar continuar planteando la hipótesis sobre si el 8M debió realizarse o no, ¿cuántas vidas se hubieran salvado? Oiga, ¿cuántas vidas se salvaron al lanzar las bombas atómicas, que hubiera sucedido si el hombre no hubiera llegado a la Luna, la pizza es con o sin piña?, hay respuestas que no tenemos, salvo que la piña aquí no pinta nada.

Obviamente, podemos teorizar al respecto y aproximarnos, desde el futuro, al pasado, del mismo modo que podemos plantear: ¿por qué no nos confinamos el 1 de enero, o mejor el 31 de diciembre de 2019? El virus ya estaba corriendo por China...

La cantidad de psicología social que se aplica a este tema es inconmensurable. ¿Saben que en los EE UU están saliendo armados a la calle a pedir que se acabe el confinamiento? ¿Cuánto tiempo se puede aguantar esta situación? Si nos dejan salir, ¿aceptarían de buen grado volver a pasar otra cuarentena? Son preguntas a las que ninguno de nosotros estamos capacitados para responder, dejen trabajar a los expertos.

Tenemos que pensar que, incluso más peligrosos que el virus, somos nosotros mismos y nuestras acciones en conjunto como sociedad. Seguro que han leído las noticias de notas invitando a vecinos sanitarios a abandonar sus viviendas, "rata infecciosa" tenía uno de ellos escrito en su vehículo. También estoy seguro de que han visto las polémicas con la "policía de balcón" o incluso con la propia autoridad y sus cuestionables sanciones a ciudadanos sin amparo legal.

Recuerden que las mayores atrocidades del planeta Tierra llevan sello de "raza humana".

Es por todo ello que me gustaría pedir que cada cual se aplique el "efecto Dunnig-Kruger": es libre de opinar, pero trate de hacerlo con conocimiento, no difunda "fake news", no insulte al que opina diferente de usted, rectifique si es necesario. ¿Sabe que puede tener una ideología diferente a la de su vecino y darle la razón?

Incluso a las personas más tóxicas de las redes sociales, adeptos viscerales a unos colores, les invito a que hagan uso de su libertad de expresión no ejerciendo su libertad de expresión: confine sus ideas en su cabeza, puede que su silencio ayude a no propagar el virus.

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