Nada se le parece
Esta pesadilla es algo tan real como tantas y tantas películas que hemos visto de situaciones parecidas. La realidad supera la ficción.
Los que hemos pasado por más crisis a lo largo de la vida tampoco imaginábamos que un día ocurriría ni en sueños lo que nos está tocando vivir. Es una especie de miedo colectivo a lo desconocido, nadie está a salvo de este bichito y todos temen padecerlo. No tanto el morirse, que todos lo haremos tarde o temprano, como ese periplo de soledad con una enfermedad desconocida y poco previsible, donde pasarás largos días y noches en habitación o UCI donde los cuidadores tienen a tantos que atender que tú serás uno más a aislarte del entorno, exterior y familia.
Así como en otras ocasiones, incluso con enfermedades infecciosas de mucho peligro, (VIH/sida, vacas locas, ébola, gripe A, gripe porcina...) teníamos la tentación de que podíamos escaparnos y confiábamos en los expertos; ahora no, todos estamos en su camino y los expertos brillan por su ausencia porque el COVID-19 se encargó de hacerles ver que la ciencia tiene carencias importantes.
A lo largo de la historia la humanidad padeció pandemias y epidemias terribles con más muertes y dolor, pero la diferencia con esta es que no todos sabían si lo suyo era global (les faltaba información) ahora no, sabemos que todo el mundo está sufriendo y teniendo los mismos problemas, lo cual lo hace cruel y desesperante. Tantos científicos, tantos países que presumen de tocar un botón y destruir medio mundo y un bichito tan minúsculo los coloca en su sitio.
En este mundo estamos de prestado por mucho que muchos se empeñen en acumular riqueza e ignorar a los que cerca de ellos las pasan canutas para sobrevivir. El coronavirus nos da un baño de humildad a todos. Es pequeño, pero nosotros más.
Todavía tenemos a los refugiados muriéndose a nuestras puertas, a las puertas de esta Europa egoísta e insolidaria. Tenemos barreras y alambradas para que no salten en busca de una vida mejor los que en sus países solo existen miseria y guerras. Algunos partidos como Vox les pagamos y admitimos para solo desprender por la boca xenofobia y racismo. ¿Qué mundo estamos permitiendo?
A partir de ahora, todos deberemos ser conscientes que en cualquier momento (días, meses, años) un minúsculo ser invisible podrá venir a destruir vidas sin principio ni fin. Por ello, espero que sepan desprenderse de una parte de su bienestar y ayudar y apoyar a los demás. Ese será vuestro más preciado legado. El ejemplo lo tenemos en Amancio Ortega, se le empezó a valorar y ensalzar cuando empezó a donar y ayudar en vez de acumular.
Sé que no aprenderemos, pero si esta pesadilla no les hace reflexionar, es que la sociedad está muy podrida.
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