No adelantemos pronósticos negativos
La pandemia del coronavirus nos está colocando a todos en situaciones tan distintas a las vividas antes en nuestro tiempo que, como no podía ser de otro modo, da para opiniones de todo tipo. Yo, que soy asiduo de esta sección que LA NUEVA ESPAÑA ofrece a sus lectores, me había propuesto estar calladín mientras esto dure, pensando que cualquier crítica que se pueda hacer a quienes tienen responsabilidades de gobierno y administración siempre puede tener más de retorcida demagogia llevada de fanatismo ideológico que de opinión sincera o planteamiento ajustado a la realidad.
En este momento, nuestro país está siendo gobernando por una mezcolanza de personas (no de partidos) que a mí particularmente me caen como una patada en los cataplines, pero como la situación por la que estamos pasando es tan complicada y, a mi entender, difícil de solucionar, lo último que se me ocurriría es ponerme a criticar su hacer, dado que yo no tendría ni siquiera idea de por dónde empezar.
Me fastidia que haya tantos informadores y opinadores que alegremente vierten todo tipo de críticas al buen tuntún, sin pararse a pensar que esto nada tiene que ver con ideologías políticas. También encuentro erróneo el ponerse a adelantar públicamente lo que se sospecha que nos va a venir encima en lo económico cuando la enfermedad pase.
No se puede amedrentar más a la gente de lo que ya está. Ahora es el momento de buscar la manera de hacer frente a la enfermedad por parte de las autoridades sanitarias del país y del mundo entero. El problema de la economía del futuro está bien que lo estudien los expertos y organismos internacionales dedicados a tal fin, pero no está bien que lo pregonen a los cuatro vientos. "Los tiburones" de las finanzas mundiales siempre están al quite, y allí donde huelen carnaza, van hacia ella a degüello. Hace unas fechas, creo que fue el FMI, el que adelantó y publicó, "urbi et orbi", que el PIB de nuestro país caería más de un 8 por ciento este año y que nuestro porcentaje de paro se elevaría en torno al 20 por ciento. En mi humilde opinión, ese tipo de pronósticos, de ser ciertos, deberían ser comunicados específicamente a los gobiernos de cada país afectado, para que fuesen tomando medidas, pero hacerlo público es poco menos que arruinar la economía de un país, poniendo con ello carnaza en boca de las finanzas especuladoras. Como no soy más que un mero observador de lo que pasa, me limito a decir eso tan manido de "Doctores tiene la Iglesia", en este caso, nuestro Ministerio de Economía, que supongo que se habrá encargado de tomar nota y de hacer la queja correspondiente a quienes caen en errores de tanto bulto, intencionados o no.
Debe rellenar todos los datos obligatorios solicitados en el formulario. Las cartas deberán tener una extensión equivalente a un folio a doble espacio y podrán ser publicadas tanto en la edición impresa como en la digital.
Las cartas a esta sección deberán remitirse mecanografiadas, con una extensión aconsejada de un folio a doble espacio y acompañadas de nombre y apellidos, dirección, fotocopia del DNI y número de teléfono de la persona o personas que la firman a la siguiente dirección:
Calvo Sotelo, 7, 33007 Oviedo

