¡Que se besen!
Nunca antes había sentido tanta emoción. Por fin, después de tantos meses de hostilidades, apremiados por las dificultades, y a la vista de un panorama desolador para la industria del balón, los máximos mandatarios del fútbol español se han dado la mano en señal de aparente concordia.
Sinceramente, no me creo nada de nada. Por las imágenes que se han difundido, más bien parece que se siguen echando un pulso a que quieran realmente navegar juntos en medio de una tormenta que les ha desbordado.
Puede que sus intenciones, ahora que les está llegando el agua al cuello, vayan en la misma dirección, que no puede ser otra que salvar los pocos muebles que salgan a flote, porque la marejada que se avecina es tan descomunal que difícilmente la van a poder sortear, como han hecho ya en tantas ocasiones.
Todos los amantes del fútbol estamos deseando que se solucionen los problemas y que podamos sentarnos en los estadios o ante el televisor para disfrutar de un espectáculo único como es el fútbol, que tendrá que esperar muchas jornadas todavía a que amaine el temporal.
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