La misión militar de minimizar la crítica al Gobierno
El Gobierno ha encargado al general y jefe de Estado Mayor de la Guardia Civil la misión de minimizar el clima contrario a la gestión de la crisis del coronavirus que está realizando el Gobierno, y cabe preguntarse cómo está ejecutando esa particular orden oficial que afecta a uno de los pilares que sostiene nuestro Estado de derecho: el derecho a la libertad de expresión y de información.
Ante el espanto ocasionado, el general se ha justificado apelando a sus misiones en Afganistán, pero cabe preguntarse cómo se habría conducido si en aquella guerra, por falta de previsión, por descuido y desconcierto del Gobierno, nuestros soldados hubieran ido a luchar cubiertos con bolsas de plástico, en vez de llevar cascos y chalecos salvavidas, y los hubiera visto morir a causa de la falta de previsión y del descuido del ministro de Defensa. ¿Habría tenido el valor de ejecutar una orden que buscara minimizar el clima contrario a la gestión, que pretendiera echar tierra sobre los hechos como sobre los muertos? ¿Habría tenido entonces para con el Gobierno lo que quiero creer que es una condescendencia, y no una complicidad culpable?
Pero ¿cómo se ejecuta la orden de minimizar un “clima contrario a la gestión”? Censurando la libre expresión, por un lado, y, por otro, fabricando opinión. Es un clima cargado, cargado de fracasos que el Gobierno no solo quiere ocultar, sino que, rayando en la perversidad, quiere convertir en éxitos, así que habrá que crear perfiles falsos que lancen a las redes aplausos ficticios, para que los tontos españoles creamos que, si muchos aprueban la gestión, será que es correcta, y de ese modo se hará respirable el clima.
Señor general, su misión es imposible. No logrará cumplirla ni ocultando los hechos ni con el puro engaño que nada consigue, que de nada sirve y que contra nada defiende. En ninguna parte de la gestión se ve concierto ni unidad; se adoptan medidas para luego no ejecutarlas. En todas partes vacilaciones, impericia, desorganización completa; órdenes y contraórdenes sucediéndose cada día y aún cada hora, y en todos los ámbitos, por más que se empeñe en lavarle las caras, aparece la indigencia intelectual y moral de los ministros, que se retratan cada día con sus actos, unas veces atroces y otras ridículos. Es usted auxiliar de un Gobierno que está poseído de vértigo, y que, en vez de reconocer sus errores y pedir con sonrisa de miedo un poco de compasión, toma pecho y embiste, cayendo así en el desastre moral más completo que jamás se ha visto.
Y dice que todos formábamos un equipo. No señor, los españoles que hemos jurado formal y solemnemente defender a España no estamos en el equipo del engaño formado por usted y los miembros de un Gobierno que toma por recriminación la sana crítica y que, por no soportarla, pasa a vulnerar flagrantemente los derechos fundamentales de los que nos ha desposeído por la vía criminal.
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