Merecemos una explicación
Ante todo, quiero felicitar a LA NUEVA ESPAÑA por su original y entretenida iniciativa de proponer a los lectores de su edición digital una votación para elegir al jugador más importante o más querido del Real Oviedo y Real Sporting.
El merecidísimo ganador del equipo azul fue Tensi, que representa mejor que nadie el orgullo, el valor y la garra defendiendo los colores de su equipo.
Pero Tensi no ganó por las extraordinarias virtudes humanas y futbolísticas que atesoraba, sino porque en las distintas eliminatorias contra otros jugadores legendarios a los que se enfrentó obtuvo más votos.
Esa era la única y nítida regla de este juego.
En cada fase, el que obtenía más votos pasaba a la siguiente, pero no en la apasionante semifinal entre los hermanos Emilín y Falín.
A las 21.57 del sábado 11 de abril entré en la web de LA NUEVA ESPAÑA para emitir mi voto por Falín. Mi gozo en un pozo, había llegado demasiado tarde, no pude votar. En la pantalla de mi IPad se podía leer claramente: “Falín 200 votos, 50%; Emilín 197 votos, 50%”, junto con una indicación de que mi voto no se había emitido al haber finalizado el proceso, si bien la hora prevista para el cierre de “los comicios” era las 22.00. Bueno, al menos hemos ganado, pensé. Ingenuamente, porque dos días después me enteré de que Emilín había pasado a la final. Ahora mi gozo se ahogaba en el pozo de la desilusión y la perplejidad. Es imposible entender lo sucedido, incluso en estos durísimos tiempos de datos confusos y estadísticas desconcertantes. Así que antes de hablar con mi admirado Iker Jiménez pensé que lo mejor era pedirles una explicación a ustedes.
Miren, tuve la suerte de conocer a Falín, personaje de leyenda adorado por los oviedistas y los ovetenses, que si aún viviese estoy seguro de que nos hubiese dicho: “Por Dios, votad a Emilín, que era un fenómeno”.
Señores, creo que, por respeto a la memoria de Falín, su familia, sus amigos y los lectores de LA NUEVA ESPAÑA merecemos una explicación a lo sucedido.
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