El Gobierno merece estar confinado
Un informe encargado por el Institute of Certified Management Accountants de Australia ha calificado la gestión de la crisis sanitaria del Gobierno de España como la peor del mundo. ¿Le extraña?
O el Maligno gobierna nuestras vidas; o el gabinete de científicos que asesora al Gobierno es un bluff (no existe); o el Gobierno, directamente, lo conforma una panda de amiguetes que lo único que han gestionado en sus vidas son los códigos de una caja fuerte (España), que les permite vivir muy por encima de lo que jamás habrían soñado.
Hay que ser (dicho sea con cariño) ignorante, pavitonto, necio, cenutrio, obtuso, estulto, zoquete, analfabeto, ridículo, adoquín y carapiña para parir una idea como la presentada hoy.
Tres parturientas, tres (Illa, Iglesias y Montero, con sus respectivos equipos) para dar a luz la ocurrencia de que los menores de 14 años puedan salir a la calle, pero solo para ir con un adulto al súper, a la farmacia o al banco. Nada de paseos largos.
Pero estos megacraks ¿de dónde coño han salido? ¿Por qué eligen siempre la peor opción?
Tal parece que persiguen emular la economicista y fallida estrategia de Boris Johnson usando a los “niños esponja” para contagiar a todo el mundo y conseguir así la inmunidad de rebaño. Una suerte de cara o cruz.
Nos arriesgamos a que salga cruz, y el rebrote a corto plazo está garantizado. Otros quince mil ancianos muertos y seguimos para bingo. ¿Eso queremos?
Ahora resulta que un niño no podrá salir a dar un paseo, cogido de la mano de su padre, o vigilado de cerca por este, no señor. Sin embargo, podrá ir al súper, coger el carrito, tocar este o aquel producto, ir al banco coincidiendo con cinco abueletes, o a la farmacia (más de los mismo), y una vez “apañados” todos los virus, rascarse la nariz o frotarse los ojos, o llevarlos a casa y decirle a su madre: “Mira, mami, lo que te he traído del súper”. De traca. El más listo se colgará la medalla de cambiar esta medida absurda.
No hay noticia que saque este Gobierno que no parezca un bulo. ¿Nos callamos?
Saludos cordiales.
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