Papá, llévame al súper que me aburro
¡Qué rollo, mamá, otra vez al parque, con lo que me gusta ir a la farmacia!
Estas frases son tan surrealistas como la norma del paseo de los niños que el Gobierno de coalición se ha sacado de la chistera para burla y escarnio de propios y extraños.
Pero si absurda ha sido la medida anunciada por el Gobierno de que los niños solo podían salir a la calle acompañando a sus padres a la farmacia o al supermercado, no lo ha sido menos el tono de la rectificación del ministro de Sanidad declarando que el Gobierno sabe escuchar, lo que ha resultado tan patético como la propia norma rectificada.
Cuando he leído por primera vez la noticia en internet pensaba que se trataba de una “fake news”, de las muchas que circulan estos días por las redes, pero al ver al titular de la materia haciendo estas declaraciones he sentido vergüenza ajena y unas ganas tremendas de asomarme al balcón a expulsar fantasmas.
Es posible que tengamos que remontarnos varios siglos atrás para encontrar un ridículo político tan espantoso y tendrán que pasar muchos más para que se produzca un caso igual. Hay que reconocerle al Gobierno que ha puesto el listón de las meteduras de pata tan alto que va a ser muy difícil que sea superado. Un récord así es absolutamente imbatible.
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