El gato que mira la nada
Delante de mi casa hay un terreno abandonado donde vive como puede una familia de gatos. Cada día, a las cuatro, hay uno, de color negro con ojos amarillos, que se sienta al sol para contemplar el silencio de la calle.
Le saludo, rompiéndole el momento de paz, y se gira sobrecogido. Solo quería decirle hola, pero parece que le he asustado. Quizá le he recordado que todavía estamos aquí. Que tarde o temprano volveremos a inundar las calles de ruido, de prisas y de humo. Pero, como un gran sabio que sabe disfrutar del presente, me ignora y se gira para volver a contemplar la nada.
Ayer hablaba con alguien sobre el hecho de que no sabemos estar sin hacer nada. Ahora que el COVID-19 nos ha obligado a parar máquinas, tenemos más momentos para observarnos a nosotros mismos y sentimos esta extraña desazón más a menudo. Una desazón, estábamos de acuerdo, que no nos lleva a ninguna parte. Perdidos en un mar de dudas, tal vez por eso nos gusta tanto observar los animales que miran la nada, al sol y en silencio.
Debe rellenar todos los datos obligatorios solicitados en el formulario. Las cartas deberán tener una extensión equivalente a un folio a doble espacio y podrán ser publicadas tanto en la edición impresa como en la digital.
Las cartas a esta sección deberán remitirse mecanografiadas, con una extensión aconsejada de un folio a doble espacio y acompañadas de nombre y apellidos, dirección, fotocopia del DNI y número de teléfono de la persona o personas que la firman a la siguiente dirección:
Calvo Sotelo, 7, 33007 Oviedo

