¿Discurso o provocación?
La consejera de Presidencia catalana, Meritxell Budó, es una mujer de ideas firmes aunque equivocadas. Su opinión de que en una Cataluña independiente el número de fallecidos por esta pandemia hubiera sido menor sigue la línea de actuación en la que el procés se desenvuelve con soltura, aprovechar el mínimo resquicio de humanidad para atacar; Cataluña ha sufrido el ataque del COVID-19, que ha provocado las muertes a las que hace referencia, no el ataque de España, pero, aun así, nos hace responsables de las que sobrepasan lo normal, ¿qué baremo ha utilizado para medir esa proporción de normalidad?, ¿la de un comité científico? No, han usado el baremo independentista que convierte una tragedia en argumento para la causa; nos siguen mostrando su animadversión mientras el resto nos hemos comportado y lo han aceptado con agrado hasta que las estadísticas comienzan a mostrar una curva de contagio descendente y surgen de nuevo para recordarnos que aguardan pacientes que remitan otros problemas para empezar con los suyos.
Sus palabras parecen más un autolavado de conciencia que el discurso de una portavoz que informa verazmente, incluso, de que el día en que comienza el confinamiento autorizaba abrir discotecas con capacidad para más de 1.000 personas si no se superaba un tercio de su aforo; quizá, el número de víctimas hubiera sido más elevado en Cataluña con su protocolo sanitario de administrar “solo oxigenoterapia con mascarilla” a los pacientes con más de 80 años. Esperemos que sus votos no provengan de esa franja de edad que tanto les preocupa, en cuyo caso ya no habrá solución al problema catalán.
“La muerte en casa es, en estos momentos, la mejor opción” o “limitar el esfuerzo terapéutico en mayores de 80 años”, ¿les suena? Efectivamente, el problema lo tenemos nosotros.
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