Indignación social
La indignación social va creciendo a medida que pasan los días y solo se reciben mensajes inconexos por parte del Gobierno en cuanto a la “desescalada”.
No hace falta ser demasiado perspicaz para darse cuenta de que nos tienen confinados caprichosamente, porque si abren la puerta para que salgamos se les va a ver el plumero al no disponer ni de guantes, ni de las tan cacareadas mascarillas, ni habernos podido hacer los imprescindibles test para saber si podemos contagiar o ser contagiados, y tomar las medidas oportunas, que van a depender de cada uno de nosotros y no de las recomendaciones oficiales que ya nos sabemos de memoria.
Después de cuarenta días de confinamiento y de mensajes repetitivos, mañana, tarde y noche, ya hemos demostrado que somos mayorcitos para que nos sigan machacando y que no aporten las más elementales soluciones para incorporarnos con confianza a la vida laboral y social. Y esas soluciones no son otras que las ya mencionadas y que el Gobierno no sabe, no puede o no quiere, facilitar. Váyase usted a saber por qué.
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