La teoría de la crispación orquestada
Hace unos días, mientras leía un buen libro y escuchaba un disco de Mozart, sistema magnífico para la relajación, a las siete de la tarde me disturbó el sonido de cucharas y pucheros, y como soy ingenuo pensé que los vecinos se dedicaban a organizar un “master chef” entre balcones.
Al asomarme a mi ventana me di cuenta de mi craso error, era un grupo de vecinos que en sus ventanas estaban organizando una protesta, incluidos niños (en una bonita practica de la formación del espíritu nacional que era asignatura obligatoria de sus abuelos). Mi duda fue si esta protesta estaba orquestada a nivel nacional, a nivel local, o era simplemente una consigna de barrio o de calle (por algo fue llamada la milla de oro por los periódicos hace una temporada), pero la verdad es que lograron romper mi relajación, terapia que hay que cuidar en época de confinamiento.
Lo que más me sorprendió es que, a la hora de los aplausos que dan apoyo y las gracias a todos nuestros compatriotas que se juegan la vida por todos nosotros, los que habían caceroleado no salieron a sus balcones, solo una señora joven, para mí que soy jubilado y luzco canas, que era de las que más había repiqueteado su cacerola, se quedó mirando lo que pasaba, y considerando que yo era de su cuerda, me hizo el gesto del colegio de silencio, y me gritó, sin que yo la conociera de nada: “Hoy no toca”. Yo reaccioné con un corte de mangas y seguí aplaudiendo. Ella se retiró totalmente ofendida por mi mala educación.
Esta es la situación que nos encontramos enfrentando a los españoles con consignas de pescadores que piensan aprovechar los ríos revueltos para enfrentarnos a un futuro que o lo hacemos todos juntos o nos vamos a pique.
A ellos les retratará su inmunda decisión la historia.
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