Primero de Mayo
Este Primero de Mayo pisaremos las calles nuevamente, con todo nuestro corazón con pancartas cargadas de reivindicaciones contra la precariedad y los despidos, gritaremos contra la pobreza que cada día crece, castigando a los más débiles. Pero debido al ¡maldito virus que arrasó casi con todo y se llevó miles de vidas no estaremos físicamente en las plazas y mítines, pero sí con el convencimiento y llenos de orgullo como trabajadores, que en primera línea hicieron frente a la crisis. Desde los sanitarios, empleadas de súper, limpiadoras y muchos más que no se ven, que, poniendo en riesgo sus vidas, son un ejemplo de responsabilidad ciudadana.
Este Primero de Mayo es histórico, porque debe alumbrar un tiempo nuevo, distinto, donde el país no puede estar en manos de los fondos sin conciencia, especulativos, que anteponen el beneficio puro y duro a una sociedad más justa, libre y sostenible.
Necesitamos una sanidad pública más fuerte, con sus profesionales bien remunerados, una educación pública que no discrimine entre niños ricos o pobres, rurales o urbanos.
Nuestros mayores progenitores no pueden ser negocio para los inversores privados. Ninguna mesa sin plato, ningún niño sin comida y que nadie duerma en las calles.
Nuestra industria lo primero, y la transición sí, pero no convertidos en un desierto. El empleo es un derecho para tener un techo, una familia, un salario digno y una jubilación. A las pensiones les sobran razones para no ser moneda en los cambios de Gobierno.
Este 1 de mayo, Día Internacional de los Trabajadores, lleva un mensaje solidario para los que han perdido el empleo por esta arma silenciosa y la alta temporalidad. Y los que seguían sin tenerlo, abocados al subsidio, la exclusión y la desesperanza.
¡Por un mundo más justo que reparta la riqueza entre todos, sin castas ni apellidos! ¡Por una renta mínima para vivir dignamente, sin limosnas, como todo ser humano!
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