Los fondos Leader y el COVID-19
Los fondos Leader, esos que dan de comer a un sinfín de burócratas de despacho. Esos dineros que la UE nos lleva inyectando desde hace casi 30 años para que el medio rural no se nos muera. Esos dineros que manejan a su antojo y capricho los alcaldes más veteranos de esta Asturias en declive, se iban a emplear este año en un “ambicioso proyecto”: subvencionar la apertura de bares-tienda en las zonas rurales, para, de esta forma evitar, que los cuatro vieyinos que se resisten abandonar el terruño puedan ir a echar la partida y a tomar una pinta de vino. Bueno, tal vez hace 40 años, cuando todavía se podía escuchar algún carro del país cantar por las caleyas, y algún mozo echar un cantarín, podría tener algún sentido. Pero que en pleno siglo XXI, cuando el tema de la España vaciada nos bombardea constantemente, que algún “iluminado”, solo por defender su cargo y cobrar un buen sueldo, nos quiera vender la moto de que tenemos que invertir los dineros del Leader en abrir bares-tienda en las aldeas de Asturias, no se lo cree ni el que “asó la manteca”, como dice el refrán.
Con lo que no contaban los lumbreras encargados de repartir los sustanciosos fondos Leader era con la llegada del COVID-19. Y claro, ante la necesidad de perres para tapar otros agujeros más urgentes, algunas voces, con toda la razón del mundo, ya han lanzado su S.O.S. reclamando que esos dineros se utilicen para salvar los estragos económicos que el COVID-19 está causando en los pequeños negocios de los autónomos. Siempre hemos mantenido, y lo seguimos haciendo, que los programas Leader son un chiringuito montado para dar empleo a un desproporcionado número de burócratas, cuyo objetivo, aun siendo muy loable –el revitalizar las zonas rurales–, ha fracasado estrepitosamente en los últimos tiempos, convirtiéndose en una gran maraña burocrática, lo que en muchas ocasiones desanima a los posibles beneficiarios de estas subvenciones. Despolitizar y agilizar al máximo estas ayudas de la UE debe ser el principal objetivo a desarrollar lo antes posible, para evitar que estos dineros sean utilizados por los políticos como dádivas de agradecimiento a sus círculos clientelares.
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