El Gobierno central recomienda cazar
Las medidas de aislamiento que obligan a permanecer en el domicilio habitual suponen un parón total de la actividad cinegética en España. Ello tiene el significado que la situación social y económica de las organizaciones del sector se ven gravemente afectadas, por lo que serán necesarias decisiones de ajuste importantes de cara a restablecer con garantía de continuidad las funciones que venían prestando. No obstante la cuantía de las pérdidas, es de entender serán considerables. Cuesta imaginar volver a la normalidad de la caza, tal y como la hemos conocido hasta ahora. Con la normas de distanciamiento, a falta de otra concreciones, la preocupación es prevenirse de una manera coordinada que marcará los nuevos hábitos, aunque lo que parece claro es que pocas cosas estarán como las hemos dejado. Será cuestión de saber y tener que adaptarse.
Mientras se viven estas secuencias, que es de esperar no sean el preámbulo de una decadencia definitiva de la caza, algo excepcional ha venido a producirse sobre ella, de lo que no se tenían referencias. Se trata de un planteamiento pertinente y oportuno dadas las circunstancias. No es el hecho intrínseco de exaltar a la nobleza del balance que presenta la caza social en cualquier terreno cinegético sometido a régimen de aprovechamiento especial.
De manera inédita lo recomienda e insta el Gobierno central a todas las autonomías del Estado, en su comparecencia a través del "Boletín Oficial del Estado" (B.O.E.). La consigna es cazar, ante la más que previsible necesidad de tratar un problema mayúsculo que con toda seguridad se le avecinaría, si no se caza durante un tiempo prolongado inconcreto, al que tendría que enfrentarse en solitario, admitiendo, a su pesar, el grado de consistencia y estabilidad en la solvencia de los conocimientos y experiencia de los cazadores que determinan por anticipado la garantía del éxito en el tratamiento eficaz de un proceso de estas características que se presiente llegar: un previsible crecimiento demográfico excesivo de una fauna cinegética salvaje que tiene como mayor foco de atención las evolución a mayores de las piaras de una especie tan sumamente pródiga en reproducirse y conflictiva como es el jabalí.
En resumen: en esta ocasión ha estado rápido el Gobierno en quitarse de encima un compromiso muy serio. Contrariamente a lo que transmiten de continuo miembros del Ejecutivo, cuando muestran sus deseos de prohibir la caza, ha considerado oportuno establecer en estos momentos que la mejor solución, como alternativa para atajar el problema que tiene planteado con la regulación sostenible de las especies de caza, se encuentre en esta práctica, como método eficaz de evitarle una fuerte conflictividad en varios frentes, nunca lo harán por mecanismos de protección en el impacto violento que produce en la sociedad una mala información de su buen ejercicio. Hoy la caza, más que una opción, es una necesidad.
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