Incondicionales del caos
Estaba grabando el hit preveraniego del Coro mediático monclovita "vamos a contar mentiras, tralará, vamos a contar...", sin poder concluirlo por falta de espacio en el CD (4,7 GB), cuando me vino a la memoria un sondeo de GAD-3, hace unos días, donde reflejaba el enorme grado de desgaste que está sufriendo el Gobierno de Pedro Sánchez, durante su gestión de la crisis del coronavirus.
El 70 por ciento de los españoles, concluye la encuesta, están convencidos de que el Ejecutivo no saldrá ni reforzado ni indemne de esta tragedia, frente a un 16 por ciento de incondicionales ideológicos que consideran que Sánchez saldrá fortalecido, cuando el virus deje de ser noticia.
Aunque los científicos que investigan el funcionamiento cerebral lo tienen claro: "El cerebro humano no está diseñado para cambiar de opinión, ni ante la evidencia", no deja de sorprenderme, y hasta me molesta, que entre ese raquítico 16 por ciento se encuentren personas habituales participantes en este foro, a quienes leo con mucho interés, y que continúan resaltando las "virtudes" que adornan a nuestros gobernantes actuales, ante hechos evidentes y condenables (entendible si trabajaran a sueldo para élites oscuras como TV, radio o prensa), sin reparar en la que se nos viene encima, ya desde este mes, que entre desempleados, trabajadores afectados por los ERTE, funcionarios y jubilados, tendremos 21 millones de ciudadanos cobrando del erario público.
Menos mal que Europa, preocupada por nuestro adocenamiento democrático, el confinamiento y el shock económico, estudia contrarreloj el auto de los ERES de Andalucía, lo de la Renta básica, el exiguo número de políticos que tenemos en España y la interminable lista de subvenciones, entre otros, para darnos toda la pasta que demandemos.
En esta situación de emergencia nacional ¿qué tiene que pasar para reconocer el desastre al que estamos abocados?
¿Con qué tenemos que encontrarnos cualquier lunes (las catástrofes anunciadas siempre son los lunes) para que, en un ejercicio de practicidad y sentido común, se olviden, por fin, los postulados partidistas y cuentos chinos, sobre supuesta y trasnochada defensa de los humildes y trabajadores?
¿Recuerdan ustedes un acierto de este gobierno en los últimos cuatro meses? (pero que no sea mentira, por favor).
¿Les importan realmente sus familias, su patrimonio, su seguridad y su libertad?
¿Creen que invocar a San Cristóbal y San Egidio, santos auxiliadores contra la Peste negra, nos va a librar del naufragio?
Aunque hay gente que, más allá de los intereses políticos partidistas, solo quiere ver el mundo arder, no es ético ni práctico, mirar para otro lado ante la inexorable deriva que nos lleva al precipicio. Empezamos con los ERTE y vamos a terminar con los "ortos"... hinchados.
Con vergüenza y total convencimiento, he de decir que nuestros dilectos gobernantes, ciudadanos mononeuronales, sin principios ni moral, incapaces de empatizar con los familiares de las víctimas del virus, ponerse una corbata negra en sus comparecencias televisivas, o un crespón negro en la bandera de España en señal de respeto y luto por los 25.000 compatriotas fallecidos en esta pandemia, no se merecen ni confianza, ni respeto, ni consideración.
Menos discursos de sangre, sudor y lágrimas, y un poco más de humanidad.
Saludos cordiales
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