El alcoholismo en los medios
Hace días que en la prensa estalló la noticia que anunciaba que el alcalde de Badalona (Barcelona) debía ser destituido porque su dependencia al alcohol le había conducido a un estado deplorable.
Habiendo visto como distintos programas televisivos de entretenimiento cubrían la noticia con evidente sorna, me entristecí profundamente.
Como testigo del espectáculo, concluí que no hemos cambiado mucho con el paso de los años: el ''borracho'' del pueblo sigue siendo objeto digno de mofa. Es un pequeño hombre vicioso, sin posibilidad de exhibir ni un deje de dignidad, con excesivas debilidades y notable falta de autoridad, que parece estar destinado a hacer el ridículo, como consecuencia natural de su condición. Existe para garantizar que todos tengamos un motivo para reír desinhibidos.
Y yo me pregunto ... ¿Quién ordena que debamos ser extremadamente cuidadosos y políticamente correctos al tratar públicamente el peligro de las drogas, y sin embargo, nos autoriza a verter el alcohol en el saco de la comedia? Parece que los medios siguen perdiendo su capacidad instructiva en favor de un sentido del humor rancio y caduco.
Los que convivimos con un alcohólico, conocemos la lucha que conlleva superar el trastorno. Somos espectadores diarios de un sufrimiento indiscriminado que fuerza al enfermo a rehuir un estímulo omnipresente y minimizado.
En tiempos de coronavirus, en el que las adicciones se fortifican en un entorno de evidente aislamiento, encendemos la televisión para distraernos, y somos espectadores de un fenómeno absurdo que afianza la estigmatización.
Ojalá los directores adinerados de programas de entretenimiento tengan presente, un día, que la televisión sí puede llegar a ser cultura sí, incluso cuando bromeamos distendidos, somos responsable de las palabras que escupimos. Todo lo que decimos sin miramientos es información que un ciudadano utilizará a su conveniencia. El poder del periodista sigue siendo ferviente.
¿Verdaderamente somos tan temerarios que en favor de mantener las audiencias estables, caemos en el pozo de la broma fácil, trivial, grotesca? ¿Desde cuándo el periodismo, para ser ameno, se desliga de la responsabilidad y concibe ridiculizar las enfermedades mentales con impunidad?
La adicción al alcohol (que también es una droga), a las drogas ''duras'', o incluso a la comida y a las conductas deportivas obsesivas, son trastornos psicológicos de altísima gravedad con un impacto social, emocional y económico sobrecogedores.
Deseo que con el paso del tiempo no solamente anhelemos reírnos de todo, sino que también empecemos a nutrir nuestras nociones sobre salud mental. En una sociedad donde el culto extremo al cuerpo parece haber sido consentido, quizás ahora debamos mirar un poco más al interior.
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