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El drama de la educación

3 de Mayo del 2020 - Héctor Gómez de Luis

No es nueva la idea de que los métodos de enseñanza están obsoletos de una manera generalizada, al igual que no es nuevo el concepto de que la educación debería ser un proceso natural en el que el educador solo tiene que ejercer de guía en un viaje cuyo itinerario ha de ser marcado por el alumno. Habrá quien esté de acuerdo con este precepto y quien no lo haga, pero estoy seguro de que una inmensa mayoría no pondrá en duda el hecho de que gran parte de lo que se estudia en el instituto es olvidado al poco de terminar los exámenes. El actual método de enseñanza requiere dedicar un tiempo desmesurado a memorizar datos que no necesitamos retener en nuestra mente, y esto nos supone un precio muy alto: desperdiciar el momento más valioso de nuestras vidas, el tiempo de nuestra niñez y nuestra juventud. Aquí es donde comienza el fracaso escolar encubierto por los aprobados raspados a base de insoportables horas de estudio en las que se podría haber aprendido, por ejemplo, a hablar eficazmente un segundo idioma.

SUMARIO: La necesidad de renovar los actuales métodos de enseñanza

DESTACADO: Las generaciones futuras se enfrentarán a los grandes retos que nosotros no hayamos conseguido solventar y han de ser una sociedad excepcional para que pueda lograrlo

La crisis educacional no ha sido una explosión rápida y devastadora como la que vivimos hoy día en la sanidad, ni lo será; no obstante, sus efectos se manifiestan a diario cada vez que alguien dice: "Ese es un problema de educación". Desde luego, no pretendo quitar responsabilidades a los padres, que debemos considerarnos, en primera instancia, los principales educadores de nuestros hijos, pero somos demasiados ya los que creemos que la formación en los centros escolares debe evolucionar. Personalidades como el físico teórico Michio Kaku, uno de los impulsores de la conocida teoría de cuerdas e importante divulgador científico, opina que la memorización de datos es totalmente innecesaria en un mundo en el que la tecnología ya realiza esa tarea por nosotros, poniendo todos estos datos de manera inmediata a nuestro alcance. Concluye que el tiempo de estudio debería dedicarse a la comprensión de conceptos y a ver la utilidad práctica de todo lo aprendido. El célebre lingüista y filósofo Noam Chomsky, docente en el MIT, reconoce la imperiosa necesidad de un cambio en los actuales métodos de estudio para que permitan desarrollarse a cada persona en función de sus inquietudes y explica, también, el mal uso de las pruebas de evaluación, que deberían ser más un medio para que el educador conozca cómo reaccionar ante las particularidades del conjunto de su alumnado, que el sistema de evaluación crítica y personalizada que habitualmente representan.

Desde mi punto de vista, creo que los niños y los jóvenes necesitan viajar, experimentar, construir y, sobre todo, convivir y crecer en valores humanos desde los primeros momentos de su vida social, siendo acompañados también por los profesores en estos campos tan difusos. Necesitan que los ayuden a analizar situaciones complejas, como los casos de bullying, en los que deben comprender cuanto antes que hay alternativas a la violencia. Tal vez sería más productivo que todos los niños aprendan a realizar con eficacia una reanimación cardiopulmonar o la maniobra de Heimlich antes que memorizar la tabla periódica. Quizá deberían aprender todas esas palabras que retrasan nuestra comprensión de un noticiario, como déficit o inflación. Es imprescindible que descubran el disfrute del conocimiento y la atracción por el aprendizaje continuo. Debemos enseñarles, en definitiva, a conocerse a sí mismos y su entorno, a que confíen en su capacidad de adaptación y a que se sientan seguros y felices en el mundo cambiante en el que les ha tocado vivir.

Debemos ser conscientes de que las generaciones futuras se enfrentarán a los grandes retos que nosotros no hayamos conseguido solventar y han de ser una sociedad excepcional para que pueda lograrlo. Ojalá ellos consigan terminar con las guerras, con el hambre y las epidemias, con la destrucción de nuestro propio planeta… Ojalá ellos consigan encontrar la manera de terminar con todas las calamidades que aquejan nuestro mundo, verdaderas catástrofes que nosotros nos vemos incapaces de atajar, incluidas las grandes pandemias globales.

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