Asomando la cabeza
Ha comenzado la famosa desescalada y con ella la “nueva normalidad” y sus nuevas preocupaciones. Hasta que no salí por primera vez, no sabía muy bien de qué trataba este concepto tan usado últimamente de “nueva normalidad”, ahora ya lo he experimentado. Al vivir en una ciudad pequeña, muchos hemos coincidido por la calle en los horarios restringidos para hacer deporte y, claro, antes cuando nos encontrábamos con alguien conocido siempre teníamos la costumbre de darle la mano o incluso un abrazo. Esa idea sigue rondando nuestra cabeza, pero ya no la podemos ejecutar por precaución y civismo. Al terminar de hacer un ejercicio me encontré con un amigo y fuimos a saludarnos con la espontaneidad habitual. De repente, ambos nos detuvimos a una distancia considerable y pensamos al unísono. Cierto es que, como país perteneciente al sur de Europa, España es una nación cálida en costumbres. Darse dos besos y abrazarse son señas de identidad de nuestro país. Sin embargo, hay que saber que las palabras también pueden ser cálidas y hacer ver el afecto y la cercanía que sentimos respecto al otro. Es evidente que un “te quiero” no abriga lo mismo que un beso, pero nos tendremos que ir acostumbrando. Ahora, más que nunca, son tiempos de expresar todos esos sentimientos que hemos ido recolectando durante el confinamiento y postergar el contacto hasta que la nueva normalidad quede obsoleta. Las palabras serán nuestro pequeño primer paso.
Así, con pequeños pasos convertidos en pequeñas victorias, es como se ganan las guerras, como esta que estamos librando contra el covid-19. Así conseguiremos que la nueva normalidad deje de ser un tema de actualidad y el coronavirus pase a ser un hecho histórico que superamos todos juntos y que, en el día de mañana, cuando nuestros futuros hijos tengan que estudiar parar sus futuras pruebas de acceso a la Universidad se lo podamos explicar, sin tener que repasar con ellos porque pertenecemos a este momento de la historia.
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