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Bergson y la felicidad

4 de Mayo del 2020 - José Manuel López García (Gijón)

Desde los planteamientos filosóficos de Bergson y en un acercamiento a su idea de la felicidad se puede analizar lo que pensaba sobre la vida humana. Existen infinidad de interpretaciones posibles si se reflexiona sobre las numerosísimas páginas que escribió y publicó de Filosofía.

Por ejemplo, en su libro “Las dos fuentes de la moral” en las páginas finales este premio Nobel se expresa de modo muy rotundo y dice que el placer es un medio de burlar a la muerte por parte de los seres humanos. Ante el inexorable paso del tiempo es lo que nos salva de los estragos de su avance, aunque sea de una manera provisional y fugaz, porque todo cambia rápidamente.

En relación con la supervivencia después de la muerte, Bergson está convencido de que si hubiera otra vida eterna se desvanecerían todas las alegrías y también la felicidad. En esta hipotética y fantástica vida celestial escribe Bergson “subsistirían los placeres, pero sin brillo y descoloridos, ya que su intensidad radicaba en la atención que poníamos en ellos”. Una vida inmortal no sería feliz del todo o sería aburrida. La alegría de una existencia supraterrenal sin fin sería una satisfacción intelectual desprovista de placer y emoción auténticos.

De esto se deduce, a mi juicio, que la emoción y la finitud temporal son el núcleo de la felicidad desde una interpretación de la filosofía bergsoniana que, como dice Gustavo Bueno, también puede ser considerada como un materialismo pluralista, aunque teóricamente es un espiritualismo.

Bergson reconoce, de forma explícita, en sus obras la radical incertidumbre de la existencia y la inseguridad propia de la realidad humana. Incluso pone de relieve el carácter de imprevisibilidad de la vida que oscurece el tiempo del existir, en ciertos sentidos, aunque también le da cierta emoción y pasión.

Ahora bien, la intuición es lo que realmente nos hace conscientes de nuestra libertad. La filosofía es lo que nos humaniza más y, al mismo tiempo, nos eleva por encima de la contingencia y del azar que están presentes, de modo continuo, en la condición humana.

De hecho, la moral de la sociedad abierta corresponde a toda la humanidad y se opone a la moral cerrada. El tema fundamental de la producción filosófica de Bergson es la conciencia. Y su método es la liberación de las estructuras intelectuales artificiales o ficticias de la vida de la conciencia para alcanzar una verdadera y profunda pureza de la misma. Si bien lo intelectivo forma parte también de la consciencia humana.

Bergson no afirma una moral del sentimiento o de la emoción, porque las representaciones mentales son formas transformadas de sensaciones sentidas por el sujeto que conoce y siente al mismo tiempo. En este sentido, existe una relativa similitud con la inteligencia sentiente planteada por Xavier Zubiri.

No es extraño que Bergson escriba que “el genio ha sido definido como una larga paciencia”. En efecto, parece indudable que la paciencia es una de las condiciones de la felicidad ante los avatares y circunstancias de la vida real, y esto se conecta también con el placer de la creación intelectual o artística. Incluso también desde el enfoque de los talentos de los sujetos creativos.

Como escribe Bergson: “Todos los grandes pensadores de la humanidad han dejado la felicidad como algo vago, de modo tal, que así se pueda definir en los términos que cada uno quiera”. Pone énfasis también en el cultivo de lo que denomina el yo social. De esta manera, se muestra el carácter social de los seres humanos, que es esencial en todos los sentidos. Bergson está seguro de que las emociones nuevas son una de las claves fundamentales tanto en las grandes creaciones artísticas como en la ciencia y en la cultura. Y escribe: “Creación es, ante todo, emoción”. La significación del pasado es crucial, porque el presente se construye desde lo sucedido en el transcurso temporal.

Pero Bergson no posee una concepción del tiempo estática sino dinámica. Es lo que hace posible las invenciones y los descubrimientos sin límites. Como escribe el filósofo francés “donde hay felicidad, hay creación. Cuanto más rica es la creación, más profunda es la felicidad”. Por tanto, la confianza en el valor de la intuición creadora y en la evolución biológica y de la sociedad es algo que se puede analizar en el pensamiento bergsoniano. Para él existir es cambiar, madurar y crear sin fin. Es otra de las expresiones de la felicidad.

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