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El arzobispo y la mala educación del portavoz socialista

31 de Mayo del 2010 - José Maria Varas Baizán (Oviedo)

Pasado ya el primer trimestre de su estancia entre nosotros, el pasado 17 de mayo el señor arzobispo don Jesús Sanz realizaba su primera entrevista ante un medio de comunicación, fue en esta ocasión ante los micrófonos de la cadena COPE, y ante ellos habló durante un largo rato de muchos y variados temas que afectan a la vida socioreligiosa del Principado. Era obligada la pregunta ante la actual crisis que sufre nuestro país y las periodistas que realizaban la entrevista evidentemente incluyeron en su elenco de preguntas este tema, el Arzobispo no eludió las respuestas contestando con sinceridad y claridad lo que él piensa ante la actual coyuntura socio-económica española y es de agradecer esa claridad y esa sinceridad en sus respuestas. Afirmó don Jesús que el Gobierno parece desnortado, que las medidas anticrisis llegan tarde, tal vez sean escasas y además nos vienen impuestas desde afuera, sus afirmaciones no hacen más que recoger lo que es sin duda un amplio y extendido sentir popular, cualquier español que siga con un mínimo de objetividad la evolución política de los últimos meses llegaría sin duda a la misma conclusión que monseñor Sanz.

Que un arzobispo opine sobre un tema social debería entrar dentro de la normalidad, la Iglesia está compuesta por hombres y mujeres que padecemos los problemas de nuestro tiempo y que como ciudadanos tenemos nuestro derecho a expresar nuestra opinión sobre cualquier asunto, pero es más, no es ya que un obispo tenga derecho a expresarse en libertad, esto en el contexto de una sociedad democrática parece algo obvio, sino que como pastor de la Iglesia tiene la obligación de dejar oír su voz sobre temas que afectan de manera tan grave y angustiosa a varios millones de conciudadanos.

La izquierda española parece feliz cuando la Iglesia alza su voz ante temas en los que puede existir una cierta sintonía con sus planteamientos, pensemos en el pronunciamiento claro e inequívoco de Juan Pablo II en contra de la guerra de Irak o en tantos otros manifiestos que a nivel más local tuvo la Iglesia asturiana en las décadas de los años 70 y 80, entonces sí, entonces la Iglesia debía hablar y los obispos debían ponerse al frente de la defensa de determinados valores sociales.

Pero la cosa es muy distinta cuando la voz de la Iglesia no coincide con los planteamientos políticos de la izquierda, cuando los obispos se manifiestan en defensa de la vida frente a la legislación genocida del aborto, cuando los cristianos expresan su opinión en defensa de la familia, cuando se advierte de los peligros que corre la libertad de educación o cuando se hace público el desacuerdo ante determinadas políticas que parecen llevarnos a la ruina, entonces la voz de la Iglesia ya no es amable y querida convirtiéndose para la izquierda de este país en algo que hay que callar y silenciar, sin importar demasiado los medios que se utilicen para conseguirlo.

No es nada nuevo, en la bimilenaria historia de la Iglesia ésta siempre ha sufrido persecuciones de uno u otro tipo por parte de múltiples poderes, en nuestro tiempo y en nuestra sociedad esa persecución no es violenta y física pero es si se quiere más refinada y sibilina, el imperio mediático del socialismo español a través de sus muchos y poderosos medios de comunicación nos tienen acostumbrados al insulto constante, a la burla continuada de cuanto lleve el apellido de católico, las genialidades van desde el burdo espectáculo de cómo cocinar un crucifijo en un microondas hasta la refinada campaña perfectamente orquestada en contra de Benedicto XVI.

La reacción que el diputado regional y portavoz del Grupo Socialista en la Junta General del Principado, don Fernando Lastra, tuvo ante las declaraciones del arzobispo, diciendo en una emisora de radio que si el arzobispo quería meterse en política «remangase las faldas y arrastrase los huevos como los demás, que hay muchos asuntos en donde comprometerse con los que están pasándolo mal», está totalmente fuera de tono y es profundamente desafortunada, no son éstos los modos ni las formas que debe tener un responsable político que ocupa tan importante cargo institucional.

En cualquier caso, convendría decirle al señor Lastra que en eso de «comprometerse con los que lo están pasando mal» no está legitimado para dar lecciones al arzobispo ni a la Iglesia, el día en que el Partido Socialista realice la labor que lleva a cabo Cáritas o tantas otras instituciones católicas en favor de los que nada tienen ese día tal vez admitamos que este diputado regional venga a darnos lecciones a los católicos sobre compromiso y entrega social…

Señor Lastra, está usted en su derecho a discrepar con las opiniones de nuestro prelado, pero hágalo con un mínimo de decoro y educación, porque en sus insultos contra el arzobispo de Oviedo ha insultado usted a todos los católicos asturianos que nos sentimos representados por nuestro pastor diocesano al que agradecemos de corazón su valentía, su claridad, su sencillez y su sinceridad para llamar a las cosas por su nombre.

Tengo la impresión de que con don Jesús pierden ustedes el tiempo si intentan de una u otra forma practicar la amenaza más o menos velada, la insidia, la manipulación o el insulto más soez como ha sido el caso. Tenemos la suerte de que la Iglesia nos haya enviado a los asturianos un obispo fiel y valiente, así que vayan acostumbrándose a oír cosas que no siempre serán de su agrado, porque ya sabemos que hay verdades que duelen, pero precisamente porque son verdades no se pueden ni se deben callar.

José Maria Varas Baizán

Hermano mayor de la Hermandad de Jesús Cautivo

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