El covid-19 fulmina el macrobotellón del Xiringüelu 2020
Cuando faltan tres meses para la celebración del famoso macrobotellón del Xiringüelu praviano, todo parece indicar que este año la más famosa de las romerías de Asturias, a orillas del río Nalón, se quedará compuesta y sin romeros a causa del covid-19.
Creo que muy pocos de los que el pasado año sacaban pecho para defender el macrobotellón folixero se podrían imaginar que tal vez el año 2019 iba a marcar un antes y un después en el futuro de esta popular romería, y todo por un maldito virus que nos importaron los chinos y que nos ha puesto el mundo patas arriba.
Todos los pravianos que a lo largo de los años han seguido mis escritos en LA NUEVA ESPAÑA conocen perfectamente mi opinión respecto a esta fiesta. Siempre hemos defendido hasta la saciedad que se respetaran los orígenes de la romería, que no se permitiese que por la avaricia y el afán de protagonismo de unos pocos el Xiringüelu terminará como otras romerías asturianas, convertido en un multitudinario macrobotellón que nada tiene que ver con sus orígenes primigenios. Nuestra postura, que seguimos manteniendo hoy más que nunca, siempre fue muy criticada por aquellos que prefirieron siempre anteponer los intereses económicos que dejaba el macrobotellón a las tradiciones ancestrales heredadas de nuestros antepasados. El año pasado los organizadores calculaban que en el prau de Salcedo se habrían concentrado unas 40.000 personas. De ser una romería entrañablemente familiar e íntima, se pasó a convertir en un macrobotellón multitudinario, al más puro estilo de los que se celebran por las zonas más turísticas de España. Esta masificación de gente, la mayoría muy jóvenes, y el consumo abusivo de alcohol y otras sustancias hicieron que en los últimos años se tuvieran que tomar medidas de seguridad excepcionales mediante la contratación de servicios de seguridad privados, así como el refuerzo de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado. Incluso el año pasado la Asociación Española de Guardias Civiles (AEGC) denunció el “despilfarro” de personal de seguridad y dinero público para dar cobertura a los diferentes macrofestivales y eventos culturales y deportivos privados que se celebran en distintos lugares de España durante el verano. Entre ellos, se había referido al Festival del Xiringüelu, que se celebró en Pravia. “Se registraron agresiones, numerosos delitos por drogas (se aprehendieron 197 cápsulas de gas nitroso), robos, toneladas de basura y alcoholemias positivas”, señalaban entonces desde la asociación.
Pese a todo ello, los miembros de la Cofradía del Xiringüelu praviano nunca han querido reconocer públicamente los errores cometidos en el devenir de la fiesta durante los últimos años. Siempre se han escudado en que “la juventud de hoy ya no tiene las mismas formas de divertirse de cuando nació la fiesta en Cañedo, hace casi 80 años”.
Termino ya esta carta, pidiendo una sola cosa: que cuando todo esto pase, cuando recuperemos la normalidad y el maldito virus sea solo un mal sueño, volvamos también a recuperar nuestro Xiringüelu de toda la vida, el familiar, el de las familias al completo, el de la sidra a raudales, el de las charangas y la gaita, el de las casetas hechas con ramas de castaño como antiguamente. Que volvamos, jóvenes y no tan jóvenes, a disfrutar con alegría de nuestro entrañable Xiringüelu. Ojalá que el covid-19, que tanto dolor y sufrimiento nos está causando en nuestras vidas, sirva en el caso de esta fiesta praviana no para que todo sea distinto, sino para que todo vuelva a ser igual que antes...
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