San Pancracio, familiar intercesor de la buena marcha en el negocio
Dadas las circunstancias y la marcha económica que se presenta a las pequeñas empresas tras la crisis del covid-19 y con la cercanía del 12 de mayo, fecha que celebra el calendario cristiano a San Pancracio, se me ocurre oportuno recordar a este personaje histórico, cercano y familiar a todos, pero del que apenas se conocen detalles de su vida, ni el origen de la costumbre que lo hace presente para pedir su intercesión en la buena marcha de los negocios. Está claro que son necesarios, o al menos convenientes y recomendables, la organización y los acuerdos de corporaciones, asociaciones, sindicatos, pero por aquello de “¡A Dios rogando y con el mazo dando!” no está de más pedir y buscarse intercesores ante Dios.
Este santo se veía más que se ve en un buen número de los comercios, bares y pequeñas empresas, con el aspecto de un niño con túnica o vestimenta de soldado romano, al que a veces, antes, se le insertaba en una mano la moneda agujereada de 50 céntimos de peseta. Pancracio nació en Frigia en el siglo IV y huérfano fue a establecerse a Roma con un tío suyo; allí, convertido por la predicación del Papa Cornelio, recibió el bautismo cristiano del don de la fe en Jesucristo y poco más tarde en una de las persecuciones contra los cristianos sufrió el martirio y la muerte a los 14 años, hacia el año 300 de nuestra era. En la Via Aureliana de Roma, cerca del Gianicolo, fue sepultado, en el lugar donde ahora una iglesia perpetúa su culto.
Antiguamente se le solía invocar contra el perjurio; en Alemania se le venera como patrono de los caballeros, sin que se recuerde el porqué de esa costumbre; en Inglaterra es muy popular, dando su nombre al barrio de Saint Pancras de Londres; en Francia es abogado de los niños… Y entre nosotros se le pide intercesión ante Dios para cuestiones relacionadas con la seguridad económica, quizá porque en las imágenes originales aparecía con la palma del martirio y un libro a sus pies, con la inscripción “Venite ad me et omnia bona dabo vobis” –“Venid a mí y os daré toda clase de bienes”–. Frase que tiene su origen en el propio Jesús, al que, como ya se sabe, con mucha frecuencia se acude a través de intercesores. En este caso sería la del adolescente San Pancracio. Y la tradición también indica que esa pequeña imagen no debe ser comprada, sino que tendría que llegar al dueño como un regalo que le haga algún familiar o amigo.
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