Renuncio a seguir perteneciendo a la especie humana
He decidido que renuncio a seguir perteneciendo a la especie humana, no me siento identificada, a partir de hoy quiero ser perro pastor de ovejas trashumantes. Es por ello que ruego a mi Gobierno la aprobación de un decreto que permita a cada ciudadano ser incluido en aquella especie que desee, amén de percibir una ayuda social en la fase de incorporación, para “ir tirando”. Vivo en el barrio de Vetusta en Oviedo, en pleno contacto con la naturaleza y, para mi sorpresa, todos los días a la hora marcada la zona se llena de xentiquina que se dirige hacia la carretera que conduce a la localidad de Abuli, practicando deporte a pie, en bici, paseando al perro, grupos de adolescentes, padres con sus hijos y con otros padres –“todas las combinaciones posibles”, como diría Fernando Simón–. La gente charla en corrillos, los que van se tropiezan con los que vienen, aprovechan para que los niños se junten y jueguen (aquí, en contacto con la naturaleza, que donde hay verde hay salud), transitan por el medio de la calle a riesgo de ser atropellados por los coches que discurren por la vía, con el agravante de que prácticamente nadie lleva mascarilla, no se respetan las distancias de seguridad, ni tampoco se respeta, como ya he adelantado con otras palabras, la prohibición de salir con otra persona que no sea el conviviente. No salgo de mi asombro y me pregunto: ¿qué parte de todo esto no hemos entendido?, ¿con qué derecho podemos quejarnos de la gestión de la situación cuando mostramos un comportamiento tan irresponsable? Siempre me ha hecho mucha gracia nuestra arraigada picaresca, “está prohibido quedar con los amigos, pero nosotros caminamos respetando la distancia” o “está prohibido quedar, pero aquí el virus está controlado”, y de este modo, cada ciudadano va encontrando su excusa para saltarse las normas, para acallar su voz interior que le dice que lo que va a hacer no está bien. Hay mucho en juego, no solo nos arriesgamos a una recaída, sino que cuanto más se dilate en el tiempo esta situación mayor será la crisis económica que se avecina. La espera se hace larga, pesada, pero, citando de nuevo a nuestro ya amigo Fernando Simón, aunque es “muy bonito” para los niños dar un abrazo a su abuelo, “es más importante poder darles muchos abrazos en el futuro en vez de uno hoy”.
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