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¿Dónde está Teresa?... ¡Teletrabajando!

6 de Mayo del 2020 - Marcelo Noboa Fiallo (Gijón)

En plena pandemia, el actual Gobierno de coalición decretó el estado de alarma, mediante el Real Decreto 463/2020 de 14 de marzo, para poder hacer frente al covid-19. Fijó lo que se consideraban servicios esenciales, entre estos la banca. En ningún momento estableció que las oficinas bancarias se pudieran cerrar, más allá de obligarlas a guardar las medidas de seguridad e higiene como a cualquier otro establecimiento o servicio esencial.

Han pasado 52 días desde entonces y el servicio bancario (insisto, definido por el Gobierno como esencial) es una auténtica vergüenza. Las colas son interminables, más parecidas a una oficina de empleo en plena crisis o las que se forman para solicitar algún tipo de ayuda; con la diferencia de que te obligan hacer colas de dos horas para gestionar tu dinero.

Por razones personales me he visto obligado acudir a la única oficina del banco del que soy cliente abierta al público en el centro de Málaga. El primer día, tuve que soportar una cola de dos horas y al final me rendí y tuve que volver a casa. Al día siguiente me presente a las 8.30 h (la oficina abre a las 9 h) y ya tenía por delante mío una cola de 25 personas. Tenía que aguantar como fuese ya que al día siguiente tenía que volver a Gijón y dejar resuelto mi tema en Málaga. A las 10 de la mañana, la cola era de unos ciento cincuenta metros (¡y nadie protestaba!). Indignado, me acerqué al guardia de seguridad y le pedí hablar con el director de la oficina, me contestó que tenía que ser bajo cita previa. La interminable cola estaba constituida en su mayoría por gente joven y de mediana edad (30/55 años), es decir, probables usuarios de internet y, por tanto, con habilidades para realizar operaciones bancarias por internet (como yo) pero que determinadas gestiones todavía se tienen que realizar presencialmente; 5/6 personas eran muy mayores y con movilidad reducida que pedían preferencia para entrar, respuesta del guardia de seguridad: “Lo siento, pero no hay preferencia para personas mayores”.

Una señora preguntó al de seguridad (que con gran eficacia ordenaba la cola): “¿Dónde está Teresa?”. A lo que el guardia contestó: “Teletrabajando”. Es más que probable que esta “cliente/usuaria” de la oficina tenga como “asesora personal” a Teresa, como los miles de “obligados” clientes del banco tenemos para nuestras gestiones y por ello, siempre preguntamos por “nuestra Teresa” que ahora están teletrabajando, mientras sus clientes tienen que aguantar colas de 2/3 horas bajo una implacable temperatura de 28 grados (¡y nadie protesta!)

Nadie discute que una de las virtudes y “ventajas” que nos traído esta maldita pandemia ha sido el descubrimiento del teletrabajo en un país con bajos índices de aprovechamiento de esta herramienta de gestión y que muy probablemente se consolidará en la “nueva normalidad” (estoy ansioso por saber en qué consiste esta “nueva normalidad”), pero ello no es incompatible con la necesaria y obligatoria prestación personalizada ya que se trata de un servicio básico, por ello el Gobierno lo incluyó entre ellos, al igual que la alimentación o las notarías, pero la banca, que siempre está por encima de todo, procedió a cerrar el 80% de sus oficinas mientras dura el confinamiento.

Por mi parte, después de otras dos horas de espera, conseguí resolver mi problema, no sin antes solicitar la correspondiente hoja de reclamaciones (uno sigue mitológicamente creyendo en estas cosas) en la que descargué toda mi indignación, frustración y amenacé (¡!) con retirar mis ahorros y cambiar de banco cuando llegara a Gijón... pero, inmediatamente, mi “Pepito Grillo” que acude en los momentos de arrebato me advirtió desde el fondo de mi consciencia: “¡Pero dónde vas, chaval, todos los bancos son iguales!”. El director de la oficina, probablemente, al leer mi reclamación lo comentará en la próxima reunión de trabajo, se echarán unas risas que, también probablemente, llegaran a oídos de la señora presidenta del banco, quien añadirá a sus risas... ¡otro pringado!... “Queremos ser tu banco”: ágil, cercano y personal.

Málaga, 6 de mayo de 2020 (54 días de confinamiento).

PD. Como supongo que más de uno se sorprenderá por la referencia de mi vuelta a Gijón en plena pandemia, aclararé que mi mujer está citada por su médico en Oviedo.

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