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Filosofía de Schelling

7 de Mayo del 2020 - José Manuel López García (Gijón)

Una explicación de la filosofía de este pensador idealista genial que fue Schelling requeriría muchísimas páginas. En este artículo expongo algunas cuestiones y rasgos de su pensamiento. Comienzo con una breve explicación de algunos de los hitos de su vida.

Nació en Alemania en 1775 y falleció en Suiza en 1854. En 1798, a los 23 años, fue nombrado profesor de la Universidad de Jena, ya que fue un niño prodigio de la filosofía. Unos años antes se había formado en el Seminario de Tubinga, en el que tuvo de compañeros a Hegel y a Hölderlin. Siguió enseñando en varias universidades alemanas. En 1841 fue llamado para suceder a Hegel en la cátedra de Berlín. Y formó parte de la reacción crítica contra la filosofía de la razón o negativa de Hegel.

En 1847 interrumpió sus cursos públicos por motivos de salud. Escribió y publicó un buen número de tratados filosóficos ya desde su juventud. Se interesó especialmente por la naturaleza y el arte. En sus primeros escritos se nota la influencia de Fichte, otro gran filósofo idealista. Schelling elaboró el concepto de lo infinito, que para él es absoluta identidad de sujeto y objeto, de espíritu y naturaleza.

En su libro de 1797 titulado “Ideas para una filosofía de la naturaleza” Schelling parte del fenómeno de la combustión que había sido descubierto en 1783 por Lavoiser y que convierte en falsa la teoría del flogisto y del conocimiento de lo natural y de la experiencia de la realidad empírica. Considera que la vida inorgánica también está dotada de organización y evolución. Reconoce el valor de la naturaleza que se transforma en espíritu.

En su filosofía trascendental del año 1800 muestra con desarrollos explicativos cómo el espíritu se resuelve en la naturaleza. Su “Sistema del idealismo trascendental” es una de sus obras filosóficas más brillantes por la gran profundidad de sus reflexiones. Algo, por otra parte, característico de su producción filosófica.

Schelling escribe en relación con su filosofía del arte que “el universo está en Dios como absoluta obra de arte y como eterna belleza”. En la parte final de su vida afirma la autonomía de la realidad en contra del racionalismo o idealismo absoluto de Hegel. Es la filosofía positiva.

De todas maneras, siempre tiene en su mente un principio del romanticismo de su juventud y es el reconocimiento de lo infinito que se manifiesta en el orden progresivo de la naturaleza y la historia y que es un indudable nexo de unión con Fichte y Hegel.

De lo que escribe el profesor Fernando Pérez-Borbujo en su libro “Schelling: el sistema de la libertad” se deduce que el pensador alemán afirma la razón con el ejercicio de la capacidad de elegir o de ser libres, pero como una evolución hacia una metáfora de la voluntad.

En relación con las etapas de la filosofía de Schelling, son una clara muestra de cómo fue cambiando su pensamiento desde la juventud hasta la vejez. En la primera etapa está influido por Fichte, que fue uno de los grandes impulsores y creadores del idealismo alemán. De este periodo es el libro de Schelling “Del Yo como principio de la filosofía”, que es del año 1796.

En la segunda etapa elabora la filosofía de la naturaleza y trascendental. La tercera fase o etapa es la de la identidad, que llega hasta 1809 con su libro “Investigaciones filosóficas sobre la esencia de la libertad humana y sus objetos”. La cuarta fase está explicitada por su obra “Las edades del mundo desde 1811”. Y en la quinta fase construye su filosofía positiva, que valora lo mundano y la realidad material frente al idealismo hegeliano exclusivamente basado en la razón.

Cuando Schelling llegó a Berlín, por iniciativa del rey Federico Guillermo IV, con el fin de eliminar la “simiente del dragón del panteísmo hegeliano” en su primera lección universitaria en esta ciudad ante un nutrido auditorio de más de 500 personas, el 15 de noviembre del año 1841, ofreció su filosofía como una alternativa madura y más amplia que la de su compañero de Tubinga.

Al principio de la misma dijo: “Si no estuviera yo profundamente convencido de que puedo prestar con mi presencia aquí un servicio fundamental a la filosofía, más aún, un servicio mayor que cualquier otro prestado hasta este momento, no me encontraría ahora delante de ustedes”. Es una muestra clara y contundente del carácter y talante de este filósofo. Su filosofía está abierta para todos los que lo leen y piensan con él a través del tiempo.

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