¿Por qué seguimos encerrados en Argentina?
Dado que los medios masivos de comunicación me han convertido en un mero contador de cadáveres, advierto con asombro, tomando como base distintas fuentes, redes y otras yerbas, que en lo que va del año 2020, esto es, hasta el 8 de mayo, día que escribo estas líneas, en el mundo han muerto alrededor de 35.660.572 personas.
Pero lo más raro de todo es que, de esa cantidad, solo el 0,75% corresponde a muertos por coronavirus (covid-19), frente al 41,95% de muertos por aborto, 11,03% de muertos por hambre y 8,11 % de muertos por cáncer, entre otras causas.
Con el azote de la denominada “gripe española” (virus H1N1) del año 1918, según los contadores de cadáveres de aquella época, cuando la población mundial alcanzaba los 1.825.000.000 de habitantes, se contabilizaron alrededor de 100.000.000 de muertos en el mundo y cerca de 600.000.000 infectados, vale decir, un índice de letalidad del 5,48% y de contagios del 32,88%.
Si ese mismo cálculo lo realizamos actualmente con el coronavirus, teniendo en cuenta que la población del planeta es hoy de 7.781.000.000 de personas, con 270.000 muertos y 3.800.000 infectados, los índices de letalidad y contagio, al menos por ahora, son del orden del 0,003% y del 0,049%, respectivamente.
Así las cosas, la pregunta que surge por mi parte, seguramente equivocada, es: ¿por qué motivo nos encontramos aún encerrados en Argentina?
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