Para don Ramón, con afecto
Lo que está meridianamente claro, don Ramón, es que las ideologías distópicas, llevadas al terreno tangible de la gestión nacionalista, mataron más vidas que el covid-19 y la gripe española juntos. Nazismo, fascismo y comunismo fueron, con diferencia, las plagas más destructivas, desde el punto de vista de la bestialidad humana. El neoliberalismo, que llegó y se quedó, entre otras cosas, como consecuencia y correctivo de esa irracionalidad, todo hace pensar que será la puntilla destructiva global. Ahora, el veneno distópico viene envuelto en el papel regalo multicolor de la libertad ideológica. También algunas teologías fueron llevadas al extremo de imprimir sus dogmas con letras de fuego. Esta vez, en nombre de Dios.
El machismo, la homofobia, la xenofobia, el ocultismo y el imperio del terror son el distintivo común de las ideologías totalitarias. Cualquier alusión cuantitativa desde el punto de vista comparativo, entre el coronavirus y estas posiciones extremas, está, por tanto, plenamente justificada. El problema que acucia nuestra sociedad y otras muchas, señor Alonso Nieda, tiene carácter endógeno y diverso, está instalado en nuestro interior, se llama egoísmo. Egoísmo por acumular riqueza y poder. Egoísmo por falta de empatía. Egoísmo por el pensamiento casi enfermizo de situar nuestras preferencias partidistas por delante de cualquier bien social, oculto bajo argumentos interesados, en muchos casos, carentes de toda ética por falaces.
Cuando hablo de egoísmo enfermizo, no se me enfade, no pienso en usted, se lo dedico a esos columnistas, apóstoles del horror, que pronostican las siete plagas de Egipto como consecuencia de esta trágica pandemia y la pésima gestión llevada a cabo por el Gobierno central. No sé si nuestra economía tendrá que ser rescatada, tampoco sé si con los datos que manejó el Gobierno y nuestra capacidad de respuesta a la pandemia se podían haber hecho las cosas mucho mejor. Ni siquiera sé si Pedro Sánchez tiene aspiraciones a César, pero que Luis Mari Alonso diga que “el principal motivo de secuestro de la libertad no es la pandemia sino la ambición del César" demuestra hasta qué punto llega el desquicie de la ultraderecha mediática. Don Ramón, no se una usted a ese coro de ángeles caídos, dele cuerda al reloj que marcó sus orígenes ideológicos. Tal como yo lo veo, la solución a los problemas derivados del egoísmo desmedido, si ha de llegar, será por la vía democrática o no será. Más filtros democráticos y más UE sin paraísos fiscales.
Por último, tengo un par de preguntas para usted: ¿de todo este personal que, religiosamente, sale puntual cada día a la ventana para aplaudir el buen quehacer de nuestros sanitarios, cuántos conoce usted que hayan colaborado, con su firma y DNI, para apoyar las reivindicaciones de la Plataforma para la Defensa de la Sanidad Pública, creada cuando el PP de Mariano Rajoy se la estaba fumigando y vendiendo a sus “aliados económicos”? ¿Tiene usted la sensación de que la tragedia en el tratamiento político-sanitario de la epidemia en Madrid lleva grabado el nombre de Isabel Díaz Ayuso, de la que, dicen, su cerebro representa la España vaciada? No me responda, no hace falta. Para mayor claridad, las dos cuestiones deberán ser tratadas por la sociología. Lo malo es que los sociólogos, salvo honrosas excepciones, son más de analizar datos trabajados por las instituciones que de sacar a pasear sus propios cuadernos de campo. Son más de cortar y pegar, falta esfuerzo imaginativo.
Para finalizar, le diré que leo con avidez todo lo que usted escribe en los medios. Aunque no coincida con su pensamiento, no por ello dejo de reconocer un buen texto escrito con muchos y variados recursos estilísticos. Sus escritos me recuerdan, en cierta manera, el principio de Pascal. Si su terminología es la fuerza, su ideología la presión y la dimensión física del texto la superficie, la presión del discurso, su ideología, es igualmente potente en todas partes del discurso. Una pena que se haya desviado por la pendiente conservadora.
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