La PPasión según San Mateo
Una película altamente recomendable pero que no debe ser vista antes de ir a dormir, al contrario de lo que hice yo la noche de Viernes Santo, debido a la violencia extrema de sus imágenes.
Al hilo de esta película, se me ocurrieron una serie de reflexiones socio-político-religioso-morales que vienen muy a cuento en la actualidad (realmente la historia es atemporal y aplicable a infinidad de situaciones). Una primera reflexión la tuve que hacer al ser interrogado por mi hijo acerca de las salvajes torturas aparecidas en el filme y tener que explicarle que, lamentablemente, siguieron y siguen existiendo en la actualidad.
Dejando aparte la atmósfera sangrienta, lo que más me hizo reflexionar fueron las intervenciones de PPoncio PPilato en el irregular proceso que condujo a la tortura y posterior asesinato de Cristo. En primer lugar tenemos al cuadro de actores, con Jesús como protagonista y que muy bien podría estar representado en estos días por uno de los innumerables muertos que tenemos por toda España o incluso por esta patria nuestra, torturada hasta casi la muerte, de forma que ya casi no la reconocemos. El Sanedrín y los ancianos, garantes de la pureza ideológica y que manejan a las masas a su conveniencia con un chasquido de dedos y una consigna, repetida por el populacho cual orquesta de papagayos. Como poseedores de la verdad absoluta, no dudaron en saltarse un buen número de los preceptos jurídicos y garantías procesales de los judíos a la hora de "juzgar" y condenar a un impío incómodo por la vía rápida, para que no enturbiara sus fiestas ya próximas. Judas, infiltrado que vende a su señor y a su causa por treinta monedas, aunque en su descargo haya que decir que pagó cara su traición, presentando su dimisión irrevocable como miembro de este mundo. Y llegamos al personaje que -dejando aparte al Señor-, desde mi humilde punto de vista, da un mayor juego en lo referente a la vertiente socio-político-moral, el PPusilánime PPoncio PPilato que, nominalmente, detentaba el poder ejecutivo (o ejecutor, en nuestro caso), hombre formado, conocedor del derecho, no dogmático y sabiamente asesorado por su esposa. No obstante lo dicho y, a pesar de sus intentos por complacer al núcleo rancio de la ideología dominante -castigando cruelmente de forma repetida al que sabía inocente-, el PPusilánime PPoncio PPilato, para evitarse PProblemas, cedió a las presiones de los "Sacerdotes" y sus acólitos aborregados, PPrevaricando superlativamente. Para remate de fiestas intentó escudarse en un lavamanos tan hipócrita como inútil, liberando a un asesino (¿a quienes os recuerda Barrabás?) y condenando a un inocente a la más cruel de las muertes. Por lo tanto, se igualó en sus actos a los más ruines de la Historia.
Mucho se ha criticado a algunos ciudadanos por apoyar de forma expresa a los sumos sacerdotes, alabando al mismo tiempo la postura de los discípulos de PPoncio PPilato, consistente en un vergonzante lavado de manos que los hace igualmente culPPables. PParafraseando al poeta, ni el nombre de varón han merecido, ni subir al honor que rePPresentan.
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