¡Qué más pueden hacer por nosotros!
Unos pocos de nuestros mayores nacieron durante la dictadura de Primo de Rivera, la mayoría en tiempos de la República o en plena Guerra Civil y algunos en la posguerra, pero todos se vieron afectados por la destrucción, la escasez, el racionamiento y el hambre durante esta etapa. También hubo quienes padecieron el exilio, la emigración o la cárcel y acabaron soportando otras miserias.
Muchos superaron los años de aislamiento y afrontaron por necesidad, con sacrificio e ingenio, la reconstrucción del país en los años 40, y con su empeño mejoraron aquella sociedad cerrada y estancada por la autarquía y sacaron a España de la ruina a finales de los años 50.
Ellos fueron los protagonistas del “milagro económico español” de los 60 y, con su trabajo y esfuerzo, lograron un cierto bienestar, consiguieron una vivienda y accedieron a bienes de consumo; además, pudieron educar a sus hijos y abrirse al mundo.
Pero, a principios de los 70, sufrieron otra crisis y vieron cómo la subida de los precios del petróleo y la inestabilidad política provocaban desequilibrios y la inflación y el paro llevaban la Transición –una etapa que muchos hoy percibimos feliz– al borde del abismo.
Sin embargo, superada la crisis, nos hicieron europeos e impulsaron a la sociedad española en los años 80 y contribuyeron a la expansión y al esplendor del país en los 90.
Poco a poco, con el cambio de siglo, dejaron en manos de sus hijos muchos de aquellos logros y cuando empezaban a gozar de algunas rentas y del Estado del bienestar que habían ayudado a construir, la recesión de 2008 les golpeó de nuevo y tuvieron que afrontar la austeridad y sus secuelas, que se vieron obligados a paliar en sus familias.
Ahora, ellos, que habían superado enfermedades propagadas por virus y bacterias y padecido gripes, fiebres tifoideas, polio, sarampión, varicela o tuberculosis e idolatrado a Fleming, se encuentran indefensos ante el virus. Y viven la situación como una afrenta, no solo porque la epidemia se lleva a muchos mayores por delante, sino también porque piensan que "¡Qué más pueden hacer por nosotros!".
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