De un tal Lastra, y las faldas del Arzobispo
Creíamos que nuestros políticos regionales estarían en la acuciante obligación de encontrar remedio a la trágica situación económica y social de Asturias. Recuérdese, lo que en un principio fue simular simplemente una falsa desaceleración nos ha convertido en los últimos de la fila en casi todo. Asturias supera los 82.000 parados, un futuro desolador que ni el presidente Areces, ni mucho menos el consejero de Trabajo, Graciano Torre, saben remediar. Creíamos que los sueldos hipermillonarios, también de nuestros políticos autonómicos, prebendas al margen, servirían, al menos, para sacarles los colores y para que se dejaran la piel en favor de nuestra recuperación, pero tampoco.
La Iglesia es mejor que nadie sabedora de esta catástrofe, en tanto que es también la que más se ha implicado en ponerle remedio: comedores para pobres, atención a enfermos necesitados, a parados, presos, jóvenes embarazadas (los políticos socialistas prefieren la píldora poscoital como método anticonceptivo), a barrios marginales, a inmigrantes, sin papeles y un largo etcétera.
Por todo esto y mucho más, la Iglesia está en el perfecto derecho de abordar y criticar esta situación real. Lo contrario sería hacer de avestruz, es decir, de Tini Areces. El recién llegado arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz, simplemente ha constatado lo evidente: «... un Gobierno desnortado aplicando medidas tarde». ¡Dios, qué blasfemia; qué golpe más directo a la desvergüenza de los padres de la patria chica! Tanto así, que un tal Fernando Lastra, diputado socialista sin otro trabajo conocido que la política (¿dónde cabría si no?), sin más actitud que el insulto (le recordamos llamando hijo de puta al ex ministro popular Piqué); del que sólo sabemos que cobra sueldo millonario por pasar las mañanas y las tardes en la cafetería frente al Parlamento regional; que llega a su pueblo de Cangas del Narcea en coche y chófer oficial (Phanton de 16 millones de pesetas), que aunque trate de denostar a la Iglesia, recibe cada diciembre una suculenta y repleta cesta de Navidad con productos de primera a costa del erario regional, es quien ¡ahora, precisamente! trata de amordazar la libertad de expresión de nuestro Arzobispo: «... que se remangue la falda y arrastre los huevos por la calle, como los demás...», dice Lastra. Lo que a más de una soflama zafia y ruin, sólo propia de este político de bajura socialista, equivale a un argumento machista y cobarde. Ésta es la tarea de Lastra para defender su puesto de trabajo que, por méritos propios, difícilmente obtendría. Y sigue argumentando este intelectual animando al Arzobispo para que entre en política. Pero, mientras, Lastra sigue agazapado dentro de unas listas cerradas que, de ser abiertas, seguramente le excluirían con contundencia. ¿Pero a qué podría dedicarse este cangués cuando, probablemente, no se atrevería ni a tirar un volador en el día de la Virgen del Carmen? Pues eso, a insultar al Arzobispo, en vez de trabajar por Asturias.
Lo hipócrita del asunto es, además, el afrentismo de este político contra la Iglesia, cuando sabemos que tiene antiguas y sobradas razones familiares y personales para estarle muy agradecido. Así las cosas y el sudoroso esfuerzo de nuestros políticos asturianos en pro de Asturias, sólo nos queda rezar, y que Dios nos coja confesados, dicho sea con el perdón de un tal Fernando Lastra.
Félix Martín Martínez
Oviedo
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