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La Ruta de la Plata

12 de Mayo del 2020 - Marcelo Noboa Fiallo (Gijón)

Mil son los kilómetros que separan Málaga de Gijón por la autovía/autopista Ruta de la Plata (A-66), cuya mayor parte transcurre por la que, en su día, fuera una de las principales vías de la España romanizada. La he recorrido en los últimos años varias veces, salvo una que decidí hacerlo por Madrid, pero atravesar la comunidad autónoma de Madrid, me genera mucho agobio. "No es comunidad para viejos"... territorio hostil.

Recorrer la Ruta de la Plata con el covid-19 instalado todavía en la "España atemorizada", te produce una mezcla de desasosiego, tristeza, soledad y miedo por enfrentarte a una realidad que, de producirse en otro momento, habría sido motivo de celebración y júbilo. ¿Cuántas veces no habríamos soñado con un vaciamiento de las carreteras para poder circular relajados? ¿Cuántas veces hemos echado pestes por la maldita circulación y los atascos interminables?, pero esta vez no. Así no. Recorrer España de norte a sur, de sur a norte por una autovía casi vacía, sin poder parar a tomar un café porque todos los establecimientos están cerrados, sin poder parar para hacer noche en algún hotel, porque todos están cerrados, es más propio de una película de terror de la serie B. Si no fuera por la radio, que en definitiva es la que te recuerda que estás en este mundo, la experiencia sería más difícil de llevar porque consigue que la desazón disminuya.

El lado positivo (siempre hay un lado positivo) es que puedes mirar el paisaje de la España variada y rica en matices, especialmente en la primavera del mes de mayo, después que hayamos descubierto quién la robó el mes de abril a Joaquín Sabina... era el covid-19. Los horizontes interminables, a veces infinitos, de olivares en Andalucía, perfectamente alineados, dando paso a los colores ocres de las tierras que los separan. Según te adentras por tierras de Extremadura descubres a los chopos vigorosos y encinas que configuran las dehesas, refugio de la "buena vida" del cerdo ibérico, responsables de uno de los manjares más exquisitos de España, el jamón ibérico, en su variedad extremeña. Esta vez me privo, de descansar y recorrer las calles de una de las ciudades más bonitas de España, Patrimonio de la Humanidad, Cáceres. El covid-19 no me lo permite, no tendría donde descansar.

En la parte norte de Extremadura, los pantanos, forman parte de su paisaje y anticipan la cercanía de la sierra de Béjar, en cuyas cumbres todavía permanecen los restos de nieve de lo que fue el invierno. Superadas sus curvas nos acercamos a la otra capital del jamón ibérico, Guijuelo, uno de los pueblos de mayor renta per cápita de España...!milagros del jamón! Hasta llegar a Salamanca, es una verdadera gozada disfrutar del paisaje de encinas (para mi gusto más bonitas que las de Extremadura). Conviene disminuir la velocidad para disfrutarlo.

No pudimos parar en Cáceres y continuar viaje hasta Asturias con 70 tacos, no parece lo más recomendable; para ello, pudimos contar con el piso de unas amistades en Salamanca, cedido para la ocasión. Un paseo por Salamanca (otro Patrimonio de la Humanidad) a las siete de la tarde, hora que nos tienen destinada a los viejos para estirar las piernas; amén de la nostalgia, un ligero temblor te recorre el cuerpo al contemplar sus calles vacías y sentir a los pocos viandantes cargando con la Historia de esta ciudad monumental y su conservadurismo (en la que desarrollé mi vida académica, laboral y familiar).

Al día siguiente el paisaje cambia porque nos adentramos en parte de los campos de Castilla. Me gusta más en otoño, pero ahora en primavera también tienen su encanto. Por tierras de León, se atisban algunos viñedos que dejan paso en la lejanía a las montañas de la Cordillera Cantábrica en su parte más occidental. Para los asturianos es la entrada "al paraíso" y no les falta razón. Imposible no rendirse a los encantos del parque natural de Babia y Luna con su impresionante pantano compartido con León. Descender por la autopista de alta montaña, contemplando las nieves de sus cumbres es otra de las sensaciones impagables, pero llegar al valle, cuya capital Mieres fuera en su día, el símbolo de la lucha obrera y de la fortaleza del sindicato minero, hoy, sólo un recuerdo, te embarga la tristeza de lo que pudo ser y no fue. Pocos kilómetros más y final de etapa, Gijón.

En cualquier caso, atravesar España de Norte a Sur también se puede hacer por el centro, con Madrid como referencia, o por el corredor mediterráneo. Por la información de la que dispongo, por estas rutas, la presencia de camiones ha sido y está siendo en estos días de pandemia, notable. Lo que demuestra, una vez más, las diferencias de desarrollo económico por el centro y este del país, en perjuicio del oeste, donde Extremadura y el oeste de Castilla y León son las cenicientas de la riqueza de este país que empiezan a mirar a su vecina Portugal con cierta admiración porque han gestionado con "mentalidad nórdica" la pandemia y están consiguiendo una sociedad más justa con sus políticas redistributivas. A lo largo de la Ruta de la Plata, aparecen diversas señales de acceso a Portugal. Uno se queda con ganas de dar el volantazo y cambiar Portugal por España.

PD. Aclaro, una vez más, que el viaje se ha realizado por razones médicas, con el correspondiente salvoconducto. Por cierto, a lo largo de los 1.000 kilómetros recorridos no encontré ni un solo control de Policía ni de la Guardia Civil.

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