No nos dimos cuenta
Un día despertamos y comprobamos con tristeza la riqueza que poseíamos y no nos dimos cuenta.
Íbamos por la vida a la carrera sin pensar en nadie que no fuéramos nosotros mismos
Si veíamos catástrofes... como quedaban lejos ¡no lo echamos en cuenta!
Vimos cómo el mar era la tumba de la vergüenza, sepultura de personas que huían de la guerra.
Cuerpecitos de niños ahogados a la orilla de la playa quedarán siempre en las retinas de los que vimos atrocidades y miramos para otro lado... no era cosa nuestra.
Lo nuestro era vivir cada uno a su manera, según sus posibilidades pero a cobijo de las tormentas.
Los poderosos navegando en sus riquezas, viajes, fiestas y mirando con desprecio al pobre desdichado que pide una limosna en la entrada de una iglesia.
CARTA CORONAVIRUS
Los menos pudientes viviendo su día a día esperando un golpe de suerte o quizás alguna herencia que les hiciera emular a los poderosos que navegan en riquezas.
Pero ahora nos damos cuenta de lo que es la riqueza.
Tener salud, estar con la familia, salir a pasear libremente sin miedo ni temores, compartir con los amigos mantel y mesa, comentando acontecimientos y también alguna anécdota.
Compartir buenos y malos momentos con esos amigos que quieres y echar unas risas cuando el chiste o la broma lo requieren.
Para mí, amigos míos, eso es la riqueza.
Y ahora que por culpa del bicho todo lo hemos perdido, ahora nos damos cuenta de lo frágiles que somos; que aquí estamos de paso, de poco sirven las riquezas ni los egos desmesurados.
Lo que más duele son los abuelos que después de pasar por una guerra y posguerra, después de luchar como leones para criar a sus hijos al final acaban en una residencia.
Y a causa del maldito bicho se van de este mundo solos, temerosos y sin un abrazo que les consuele.
Un día despertamos y comprobamos con tristeza la riqueza que poseíamos y no nos dimos cuenta.
Geli Menéndez Muñiz
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