Cura de humildad para escépticos
Un documento del Ministerio de Trabajo (22-4-20) preveía que durante los próximos meses, un 70 por ciento de los 47 millones de habitantes de España (+- 33 millones) contraería el covid-19.
Más recientemente (11-5-20) y coincidiendo con esas cifras, el epidemiólogo y director del Instituto de Salud Global, Antoni Plasencia, afirmaba que el coronavirus seguirá circulando hasta que el 60-70 por ciento de la población esté inmunizada.
Ayer anunciaban los epidemiólogos que habría sucesivas embestidas del puñetero virus, al tiempo que Bill Gates declaraba que "la vacuna queda lejos; ninguna vacuna se ha conseguido antes de cinco años, y la del covid tardará, mínimo, dieciocho meses".
Con este panorama, si como predicen esos expertos, en otoño se produce una segunda ola del covid-19, un rebrote, rebrotarán también el miedo sanitario, la depresión económica, probable nuevo confinamiento, penurias económicas galopantes, cientos de miles de extranjeros indocumentados, expulsados de la economía sumergida...
Caldo de cultivo para un otoño caliente, escenario de desobediencia masiva, revueltas sociales y problemas de seguridad que la Policía ya ha detectado y denunciado: "Lo que sí esperamos es un período de intensa movilización contra el Gobierno. Ya hay muchas pistas de lo que va a ocurrir. Dentro de unos meses, cada parado será un peligro público".
Caeremos en una ciénaga de arenas movedizas. Entraremos en la fase clave, la fase del "sálvese quien pueda". El Ejecutivo se verá obligado a un gran ajuste, con importantes recortes en el futuro, que conllevarán crispación y desilusión en la sociedad.
Para cerrar el círculo, un estudio llevado a cabo por Open Evidence, institución que depende de la Universitat Oberta de Cataluña (UOC), sostiene que la salud mental del 46% de los españoles "está en riesgo por la crisis del coronavirus". Y añado, no solo por el coronavirus, también por el bombardeo constante, ideado por personajes oscuros ("expertos" quizá), que con fino sentido de la tortura, han masacrado nuestros cerebros, primero con palabras (picos, curvas, rebrotes, escaladas y desescaladas); más tarde con frases y eslóganes ("estado de alarma", "hibernación económica», «la fase cero», "negativo no concluyente", "el sistema basal", la res pública, "el permiso retribuido recuperable", "el escudo social", "nueva normalidad", "Fondo no reembolsable", "desconfinamiento asimétrico"). ¡Dios, a ver quién soporta esto, confinado en un zulo de 60 metros! Hasta los niños en edad escolar han aprendido lo que es un ERTE, un ERE o una Renta mínima.
He aquí el panorama al que habremos de enfrentarnos y, desde luego, esta catástrofe no hay gobierno que la aguante, por lo que en una primera fase, veo a Iglesias fuera, relegado a líder de la oposición, dando la batalla en la calle, que pienso es lo que le mola, como bien demostró en 2012, impulsando, con los herederos del 15-M, protestas masivas como la de "Rodea el Congreso", y participando activamente en la dos huelgas generales contra el Gobierno de Rajoy.
En una segunda fase, veo a Sánchez fuera, cuando el PSOE sea abandonado por pensionistas y funcionarios (una bajada de pensiones o salarios después de animar a la ciudadanía a salir a los balcones a "aplaudir a nuestros héroes", será de traca); el "presi" se verá obligado a pasar a la oposición, e Iglesias, herido en su superego, tendrá que dejar hueco, y muy probablemente se zampe a CC OO y UGT, fundando un sindicato de ultraizquierda para quedarse como líder con mando en plaza (podría lucir peinado afro o ponerse moldeador directamente, sin que esta panda de envidiosos pudieran increparle por su aspecto).
En una tercera fase, ya sin coleta y con un modisto creativo que le haga un traje a medida, terminará de consejero en alguna empresa del Ibex, poniendo la guinda a su discurso comunista de la hoz y el Martini.
Salvo milagro, y no creo que los dioses estén de nuestro lado, la única solución pasa por el triángulo mágico, modelo Seúl: Test-Rastreo-Aislamiento.
En tanto no se ponga operativo este modelo, estaremos transitando, empleando el símil marino, de una bajamar muerta, a una pleamar viva, con dolorosos daños colaterales. Eso, o asumir tal vez, cualquier escenario, esperando que todo el mundo se contagie e inmunice, modelo Boris Johnson (ya sabemos con qué nefasto resultado).
Saludos cordiales.
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