Llegó y se quedó
La gente quiere olvidarse del covid-19 y volver a la normalidad anterior. Pero la situación anterior tampoco era normal: había miedo, existía precariedad y se practicaba envidia y odio al otro con educada discreción: ¿dónde estaba la normalidad? Teníamos la amenaza real del desempleo tecnológico (destruyendo ocupaciones), existía el cambio climático (augurando desastres naturales), la descarbonización exprés (amenazando con desempleo) y la precariedad facilitaba supervivencia sin gran desarrollo ético. Ahora tenemos otro tipo de acusaciones entre EE UU y China, entre la oposición política y el Gobierno en España, o entre las CC AA exigiendo normalidad... Este covid-19 solo ha dejado su tarjeta de visita y tiene aún a muchos infectables por infectar (hasta un 95%). ¿Qué será normal en la siguiente oleada? Cuando deberíamos estar unidos frente al desempleo, el cambio climático, y buscando vencer al covid-19: jugamos a las culpas sin unirnos ante lo que se nos viene encima. A una Europa que no reacciona unida, el mundo global se la va a comer y, a una España en juego de culpas, se la va a merendar. Sabemos tan poco de este virus y sus consecuencias que solo intuimos: ¿cuánto del siguiente relato tiene de ciencia y cuánto de ficción?:
Entre el 18 y el 27 de octubre se celebran en Wuhan los Juegos Mundiales Militares. Durante ellos, varios participantes de Francia y España desarrollaron síntomas similares a la gripe. También algunos a la vuelta se pusieron mal y alguno muy mal. Supongamos que antes de los Juegos Mundiales Militares en Wuhan este virus ya estuviese bien distribuido, aletargado, e inane aún frente a la genética china y su sistema inmunológico. De pronto, le llegan multitud de genéticas saludables provenientes de todas partes del mundo. Con el contacto de lo nuevo, el virus causa síntomas más o menos fuertes en algunos y aprovecha para mutar. El nuevo virus se adapta a formas capaces de prosperar en las bien desarrolladas genéticas de los visitantes y se reproduce distribuyéndose primero por Wuhan y luego por todo el mundo con el retorno de los participantes y visitantes. En noviembre era todavía un virus que necesitaba desarrollarse e intenta no llamar la atención camuflándose como gripe anormal, pero no tardará en hacerlo como covid-19. Poco sabemos de él, salvo que dispone de un largo período de incubación y que produce asintomáticos. Como todo ser evolutivo, tiene un gran sentido de la oportunidad para tener éxito. En España estamos acabando con los activos que habían sido diagnosticados, pero se dice que los contagiados sin diagnosticar son diez veces más, y seguimos sin saber dónde están los asintomáticos.
Como toda vida en evolución, este covid-19 selecciona cepas eficientes dispuestas a prosperar. Estas cepas encuentran un caldo de cultivo especial en aquellas personas a las que apenas causa molestias desarrollándose a placer en ellas: nadie le causa problemas a él, y él no se los causa al huésped. Encuentra en esas personas asintomáticas su lugar ideal: le dan tiempo y espacio ilimitados. Por eso irá desarrollando alguna cepa más selectiva en busca de los asintomáticos que quizá tengan una genética particular.
Pero, ¿por qué unos países sufren tanto y otros no? Supongamos que la genética de los asintomáticos es una genética mestiza de muchas genéticas (las razas mestizas en animales han sido siempre más resistentes y duraderas), de esa forma los asintomáticos resisten al virus que hospedan. Si ahora miramos la Historia Mundial, observamos que hubo países que tuvieron siempre una gran mezcolanza genética debido a su condicionamiento histórico como imperios. China como imperio central de Asia; Irán como imperio persa; Italia como imperio romano; España como imperio español; Turquía como imperio otomano; Inglaterra como imperio británico; Bélgica con su Congo; EE UU como aglutinante de gentes de todo el mundo... Solo la excepción de Portugal que confirma la regla. Sí, lo sé, parece traído por los pelos, pero recuerdo el mapa histórico y miro el mapa evolutivo de este virus, y veo coincidencias. ¿Será esto una evidencia de algo? ¿Será ficción científica? Algo hay que debe importar: Madrid es la mestiza de España, y sorprende que La Rioja, con gran contacto con el virus, apenas haya desarrollado anticuerpos, mientras que Cuenca, que apenas tuvo incidencias notables, haya desarrollado un alto porcentaje de prevalencia frente al virus.
A los pocos días de la fase 1 en Asturias vemos que la responsabilidad básica universal individual frente al virus es difícil. Quizá fuese mejor dejar estar esa anormalidad. Pero, en cuanto en un municipio sonasen las alarmas sanitarias, el municipio vuelve al confinamiento y se aísla. Los londinenses, durante la II Guerra Mundial, en cuanto sonaba la alarma se iban al refugio, en cuanto pasaba la alarma salían a la anormalidad normal. Sería una mezcla de educación, responsabilidad y libertad. Si no aprendemos: todos castigados sin recreo.
Hemos de recobrar la productividad, pero... Solo el 2 por ciento de la población de Asturias ha desarrollado anticuerpos. Es decir: el 98 por ciento somos infectables. Por eso en cuanto en una villa y ciudad de Asturias surja un brote difícil, villa y ciudad deberían quedar confinados en alerta. Y cuando sanidad recupere cierto control, todos a la activa anormalidad.
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