La importancia de la empatía
Hoy le llevé a mi abuela algo de comida, y desde la lejanía pude sentir la tristeza en sus ojos.
Ella aparte de ser algo mayor de 65 años, también es una persona de bastante riesgo debido a sus dificultades respiratorias. Y aunque el dolor ya forme parte de su vida diaria, creo que la soledad y el estar atrapada en un piso de 50 m2 aún le molesta más.
Siempre he admirado todas las aventuras que ha vivido y lo fuerte que es. Es terriblemente triste ver que la misma que atravesó el océano para conseguir una vida mejor y la que superó los años más duros del franquismo, ahora haya de vivir esta situación.
Creo que son muchos de nuestros abuelos que ahora han de quedarse solos en casas que no tienen ni balcón, y no salen para tomar la máxima de precaución.
Es importante recordar que no solo es increíblemente triste todos los que se han llevado el virus, sino que también todos aquellos que se están consumiendo entre cuatro paredes y que ninguna tecnología del mundo consigue distraerlos de esta situación.
No quiero solo dejar un mensaje triste, afortunadamente también son muchas las personas que están colaborando y ayudando a los que más lo necesitan. Y no son solo aquellos voluntarios o incluso el Ayuntamiento llamando cada semana para saber cómo están, sino también aquellos que se preocupan por el bienestar de ellos con tan solo un saludo desde el balcón. Mi abuela me explicó que algunos de sus vecinos e incluso personas que ni conocía cada vez que la ven asomada por la ventana le preguntan cómo está, la distraen y le ofrece ayuda en caso de necesitarla.
Así que cada granito de arena, aunque sea saludar con la mano a una persona mayor en su casa desde la lejanía ya puede ser una gran ayuda para el/ella, aunque no lo pensemos. Juntos podemos luchar por el bienestar de todos y a veces es más fácil de lo que creemos.
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