De los cielos a la tierra
Las soledades de estos obligados encierros dan lugar a que nuestros pensamientos viajen en sueños de metáforas en busca de realidades. Hoy he deseado hacer volar mi imaginación y he salido al encuentro de la naturaleza. He querido conocer sus misterios y milagros. He pedido a sus vientos que me lleven en sus vuelos a las alturas de los cielos para tratar de inspeccionar sus mundos.
En mi navegar me he dejado guiar por la brújula de mi conciencia, y en su compañía he salido a buscar a ese malvado e invisible virus que desde su escondite riega con su envenenada manguera el precioso jardín del mundo.
A nosotros, sus jardineros, nos ha sorprendido el tono agresivo de su misteriosa llegada, que de una forma inesperada nos hizo prisioneros de sus garras. Ha cerrado con llaves las puertas de nuestras casas haciéndolas cárceles de confinamiento.
Servidor, en compañía del viento, hemos agotado todo tipo de investigación para localizarlo. Hemos volado día y noche sin encontrarlo. No decae nuestro ánimo y lo seguiremos buscando. Confiamos en toda la sabiduría que la ciencia aporte y será vencido. Le hemos pedido al viento que nos retorne a la tierra por si pudiera estar escondido entre sus mares o montañas. Saber cuál es su guarida y cuántos miembros componen su ejército. De qué armas está dotado y quién se las fabrica. No hemos obtenido resultados. El silencio lo inunda todo.
Antes de regresar le pregunto al eco qué sabe de vientos y de escondidas rutas, pero no sabe nada. Se hizo la noche y luna y estrellas tampoco lo han visto. Me habría gustado atravesar el telón donde habita la Providencia y preguntarle al Creador, pero me pareció demasiado atrevido.
SUMARIO: En un viaje para el futuro de Asturias
DESTACADO: Tenemos los mimbres necesarios para el triunfo, como es el privilegio de un paraíso natural que debemos de cuidar; solo nos queda trabajar en equipo o hundirnos en solitario
Y dado que la realidad nos tiene que poner en nuestro sitio ante esta lección de humildad que debemos tener presente, vuelvo a la tierra. Hago recuerdo de que en febrero de este 2020, en entrevista a LA NUEVA ESPAÑA, el premio Nobel Paul Krugman anunciaba que estábamos peor hoy para enfrentarnos a una crisis que en 2007.
Mirando ya por el espejo retrovisor del tiempo, Asturias, el día de hoy, necesita descubrirse a sí misma. Tiene que abrir la puerta a la esperanza. A esa ilusión del mañana que nos ofrezca un mundo nuevo tras la pasada experiencia. Que las grandes, medianas y pequeñas empresas y autónomos, en unión de Gobierno del Principado, nos ofrezcamos un mutuo respeto y tengamos ese diálogo abierto para entendernos. Tenemos, hay que ponerlo en práctica, los mimbres necesarios para el triunfo, como es el privilegio de un paraíso natural que debemos de cuidar. Solo nos queda trabajar en equipo o hundirnos en solitario.
Pongamos, pues, entre todos esa gran fe en defender unidos nuestras cosas. Tenemos que aprender, o al menos repasar, las asignaturas pendientes y lograr ese sobresaliente que merece nuestra tierra. Como ustedes saben, la fe es ese acto de propia libertad por el que nosotros mismos elegimos el destino. Hoy la necesitamos más que nunca para mantener y potenciar nuestros valores y seguir descubriendo otros ocultos en unión compartida de ayuda mutua.
Es muy importante lo que opinan los demás. Escuchar los consejos de todas las voces posibles. Mejorar la frase de Jovellanos cuando nos decía que “los asturianos somos malos defensores de lo nuestro, y un asturiano fuera de ella es Asturias entera”.
Es necesario que cuando empiece esta nueva función que nos espera se levante el telón sobre el escenario de la economía y los actores que representamos la obra, que seremos el millón de asturianos, celebremos con un intenso aplauso el éxito de un futuro próximo.
La vida sigue y nos esperan tiempos difíciles. Si luchamos unidos, seguro que mejorará la convivencia de todos los asturianos. Sea todo por el bien de nuestro querido Principado de Asturias.
Que así sea.
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