La responsabilidad ciudadana y la seroprevalencia
Desde que se decretó el estado de alarma, el pasado 14 de marzo, la sociedad española, en su conjunto, ha demostrado un extraordinario grado de civismo y ha hecho suficientes méritos como para que se pueda confiar en la responsabilidad individual para afrontar con garantías la desescalada. Siempre habrá desaprensivos que se tomen a la ligera la normativa sanitaria, pero serán la excepción, y deberán ser las autoridades quienes se ocupen de hacerles entrar en razón.
Todos sabemos lo que nos jugamos si bajamos la guardia y no extremamos las medidas de precaución necesarias para evitar nuevos contagios. No está solo en juego la salud de cada uno de nosotros sino la de la sociedad en su conjunto, por lo que sería una temeridad desatender las recomendaciones sanitarias.
Mucho más importante que pasar a la fase 1, 2 o 3 es hacerlo con garantías, y más ahora que el estudio de seroprevalencia ha dado como resultado que solo el 5% de la población es inmune al virus, por lo que se hace imprescindible el máximo rigor en el cumplimiento de la normativa sanitaria para evitar el rebrote.
De nada sirve que hayamos estado confinados durante más de dos meses si no nos mantenemos alerta y extremamos las medidas, porque al protegernos también protegemos a los demás. Solo así podremos evitar que el maldito virus, que aún se encuentra entre nosotros, nos contagie y que nosotros podamos contagiar.
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