Siempre la política
Pasan los días, el covid-19 no se aleja -aunque disimula- y el mapa no científico de cómo está afectando a nuestra sociedad nos deja una conclusión lamentable. El sector de la población al que más esta afectando esta pandemia no es el de los mayores, a los que tanto daño ha hecho dentro y fuera de las residencias; ni siquiera el de los jóvenes, quienes en materia de salud han aguantado el embate, pero que son los primeros que están sufriendo las consecuencias económicas en forma de desempleo y pérdida de oportunidades. Tampoco son los sanitarios, nuestros héroes, que mientras salvan vidas son el sector profesional más afectado por los contagios y el que menos se queja de la situación precaria en la que desarrollan su trabajo.
Es muy triste, es vergonzoso, que la peor zona de guerra que nos está dejando esta batalla contra el coronavirus la encontremos en los escenarios políticos, en el congreso, los parlamentos autonómicos, algunas diputaciones e incuso en los ayuntamientos. No están a la altura. Una parte importante de nuestros representantes públicos no están sabiendo llevar esta crisis. Unos, por una gestión marcada por la irregularidad, trasladando una constante sensación de improvisación; otros, por aprovechar esos errores para sacar rédito de cualquier manera mezquina y no aportar nada constructivo; los de siempre, por su falta de tacto y honradez, y los nuevos, porque no se alejan de los extremos e insisten, una y otra vez, en llevarlo todo a la calle haciendo alarde de su poca visión de Estado y de su nulo amor por la ciudadanía. Solo piensan en sus intereses.
No sé de qué manera, pero ojalá fuéramos capaces de inventar una fórmula de castigo en la que los principales perjudicados no fuéramos, como siempre, los ciudadanos de a pie, los que no retozamos con unos ni con otros, los que simplemente votamos y esperamos, a cambio, un poco sentido de responsabilidad de quienes nos representan o gobiernan.
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