La felicidad en tiempos de coronavirus
La felicidad en tiempos de coronavirus
Encontrar la felicidad no es tarea sencilla, y es que muchos vemos la vida pasar buscándola. Cuando consiga un mejor trabajo seré feliz, cuando me compre el último móvil seré feliz, cuando tenga novio seré feliz, pero lo que no sabemos es que la felicidad es solo actitud.
Después de 62 días de confinamiento puedo decir que soy feliz, que me siento feliz, y he podido valorar los pequeños detalles de la vida que antes pasaban como un tren de alta velocidad por delante de mis ojos sin apenas apreciarlo.
Frenar en seco en esta vida de locura y estrés no ha estado tan mal. Pasar tiempo con mis hijos, saborear una copa de vino en casa mientras cocino ese plato que nunca me atreví o que jamás tuve tiempo, leer la novela polvorienta que llevaba años en la estantería o simplemente tener tiempo para aplicarme una mascarilla facial son los pequeños placeres que han hecho que esta cuarentena sea agridulce.
A la vez que he llorado de pena empatizando con las miles y miles de familias españolas rotas y he echado de menos la risa de mi madre, también he sido feliz; quizás difícil de creer, pero cierto.
El coronavirus ha venido para quedarse, a lo mejor no como virus, pero si como flecha clavada en los corazones de todos los españoles y como lección de vida para nuestros pequeños.
Valorar lo que tenemos y lo que realmente importa, la salud, ya nos lo decían nuestros abuelos y no le dábamos la importancia que realmente tiene.
Salud, amor y mucho tiempo para disfrutar de los nuestros, ¿Alguien da más?
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