Nosotros que atacamos tanto a Julio
Veinte años después de haber dejado su última responsabilidad pública, y apenas 18 años después de haberse jubilado de profe, Anguita nos ha dejado, y son multitudinarios los mensajes de pesar.
Si las circunstancias no fueren las que son, ¿habría sido posible una despedida tan tan masiva como lo fue la que compartimos y él presidió de homenaje a Pasionaria en la plaza Colón y adyacentes?
Se va el Califa Rojo en loor de multitudes, desde la distancia física, y desde el acercamiento a valores que son reconocidos ahora.
¿Solamente ahora?
La última vez que pudimos ver físicamente a Julio Anguita fue en Ciudad Rodrigo, cuando él compraba el diario, y ya solamente "ejercía" en sus influyentes reflexiones, de sentido común o prometeicas, con pocas posibilidades de ser refutadas.
Pero que fueron refutadas en la práctica del muy abundante sectarismo en la izquierda, particularmente de quienes la memoria no es una de sus fortalezas. O flojean de ella como flojean de convicciones profundas.
Antes, habíamos podido compartir en Asturias y en Madrid, como tanta gente, reuniones, encuentros, propuestas, incitaciones a construir un futuro que no fue arropado por las masas. Y tantas veces ni por la militancia.
Desde nuestra tierra, tan querida por Julio, salieron y se fraguaron muchas conspiraciones contra el liderazgo de Anguita en la izquierda, y varios de quienes protagonizaron esas mezquindades ahora (¿arrepentidos?) dicen sufrir por la pérdida de Anguita.
En uno de los muchos mítines-propuestas, dígase Teatro Jovellanos, cuando los colectivos no precisaban de tantos permisos y burocracias internas para extender sus propuestas, teníamos una mesita, dentro de la sala por la que pasaría el andaluz, que se detuvo, preguntó por el motivo de algunos de los pasquines y pegatinas de "la solidaridad", postró allí efímeramente la chaqueta, y se adentró "descamisado" hacia la provocación magistral y programática de lo que su organización nos proponía para la defensa de intereses colectivos con asiento proletario.
Que la carcundia de nuestro país atacara y lograra aislar las propuestas anguitianas entra dentro de la lógica.
Que lo hicieran con tanta fiereza, con alianzas espurias, gentes de nuestra izquierda y de nuestra Asturias forma parte de traiciones y desaciertos que tardarán en ser superados.
Veinte años después, el maestro cordobés ha estado arropando, sin duda ninguna, con "consejos" de sabio, al modo de los ancianos indígenas, las alianzas posibles y concretas en el ámbito de la izquierda, sin renunciar a ninguna de sus convicciones revolucionarias, o precisamente por ello. Unidad y fraternidad y organización masiva. Ninguna concesión a la pasividad o al entretenimiento con los avariciosos detentadores reales del poder político y económico.
Si la aversión a viajar en avión no hubiese sido tan fuerte en Anguita, su presencia internacional hubiera sido mucho más fuerte; pero desde la distancia su figura solidaria se ha ido ensanchando en un reconocimiento que "la historia" ha ido situando en sus aciertos y en sus propuestas de transformación planetaria.
Ahora se va, todas estamos tristes, y muchas son las voces de reconocimiento.
Acertaremos en el mejor homenaje fortaleciendo las rebeldías organizadas, con la inherente carga ética. Actuando unida y fraternalmente en aras de superar las injusticias del capitalismo depredador. Paz y Solidaridad. Salud y República.
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