Cursos para la empleabilidad
La formación profesional ocupacional: dual y permanente para la sostenibilidad del empleo y la actividad productiva, tendría diferentes tipos de cursos según los niveles del EQF (siglas en inglés del Marco Europeo de Cualificaciones) para afrontar esta crisis y las siguientes:
-Los talleres de garantía social de nivel 1 del EQF propios de Escuelas taller en alternancia con la escuela de la ESO para la inclusión laboral.
-Los cursos ocupacionales para los niveles 2 y 3 del EQF (el nivel 4 es solo la excelencia que se adquiere con la experiencia en el trabajo). Estos cursos serían característicos y propios de las destrezas en alternancia con las prácticas en empresas (formación dual).
-Los cursos de carácter específico tecnológico, los cuales serían cursos de postgrado propios de las destrezas cognitivas de los niveles 5 y 6 del EQF que permitirán promocionar ocupacionalmente y especializarse desde la actividad diaria realizada en las empresas (formación técnica dual de las empresas).
-La preparación al doctorado y de máster ocupacionales (como el MIR) de carácter universitario, para los niveles 7 y 8. Esta formación realizada desde la investigación corporativa de las empresas (asociación de empresas del mismo sector) permitirá, en esa alternancia, la innovación permanente de las mismas (formación máster ocupacional y dual universitaria).
Pues bien, en base a las ofertas de empleo que se hacen desde la industria, diremos que los cursos específicos de los niveles 5 y 6, en relación a las ocupaciones derivadas de la ocupación nominal de "Electromecánico Industrial (EMI)" (a modo de ejemplo), deberían ser específicos de las tecnologías: Mecánica, Electricidad, Oleohidráulica, Neumática, Electrónica, Automatismos (PLCs, SCADA...), Robótica, Informática, e incluyendo la impresión 3D. Tomando esta ocupación nominal como ejemplo. Se ve que son muchas tecnologías y, teniendo en cuenta que para cada una de ellas debería haber cursos de cientos de horas cada uno, se deduce que estamos hablando de una formación permanente a todo lo largo de la vida para la actualización de las cualificaciones profesionales. Una formación dual a realizar con el alumno activo en su puesto de trabajo. Siendo cursos a la carta de lo que demanda el alumno cliente como persona responsable de liderar su propia promoción profesional hacia múltiples empresas, sin quedar cautivo de enseñanzas limitada a la carta de su específica empresa. Siguiendo siempre criterios docentes de la necesidad de competir globalmente por medio de la innovación y el desarrollo tecnológico, en busca de los conocimientos con que avanza la compoetencia exterior para superarlos. No podemos convertirnos en una industria endogámica sin innovación.
Para todo esto es imprescindible que el personal docente tenga la oportunidad de formarse en las nuevas técnicas que vayan apareciendo. De ahí la importancia de tener instructores extranjeros, provenientes de empresas generadoras de tecnología para la actualización docente de los instructores de referencia: instructores innovadores que distribuirían esos conocimientos a los demás instructores desde los Centros de Referencia, proveyéndoles así de nuevo material y medios didácticos. Centros de referencia tecnológica ligados la investigación corporativa y a las universidades. Pues bien, nada de esto está disponible hoy en día, y era necesario hace décadas.
Las cosas no se hacen de golpe, pero no podemos hacerlas mal solo porque es lo único que sabemos hacer, para luego quedarnos sin intentar aprender y sin cambiar nada, porque eso es lo único que podemos hacer. Sería una labor de equipo entre todos los niveles. Pero antes tenemos que organizarnos ocupacionalmente por los niveles del EQF.
Tenemos mucho que hacer. No podemos quedarnos inactivos y cerrar escuelas y centros de formación hasta septiembre o la próxima convocatoria de urgencias inmediatas. Ya no vale decir y hablar, hay que hacer y actuar para el futuro. Tampoco vale decir esto no se puede hacer, pues aunque quisiera estar equivocado, esta crisis del covid-19 va para largo y habrá otras más. Es preciso prepararse para cambiar ocupacionalemente en cuanto sea necesario a nuevos modos, actividades y ocupaciones. Eso solo se puede hacer mediante una activa formación permanente ocupacional dual, capaz de mantener el empleo y la actividad. Las personas antes desarrollaban una única ocupación en su vida, o, a lo sumo, varias de la misma ocupación nominal progresando por el nivel de EQF en la promoción ocupacional. Pero a partir de ahora, con la dinámica actual sorpresiva de las crisis (cambio climático, covid-19...), y con la automatización y la inteligencia artificial haciendo desaparecer ocupaciones y destruyendo empleos, las personas tendrán que cambiar a otra ocupación nominal y genérica con frecuencia. Por tanto, será precisa una gran movilidad laboral a todo lo largo de su vida, lo que exigiría que una misma persona llegue a estar cualificada hasta de cuatro ocupaciones nominales distintas. La oportunidad eficaz para ello dependerá de una activa y dinámica formación ocupacional dual.
Industrialmente no se puede esperar a una formación ocupacional autodidacta, porque la industria llegaría tarde a la competitividad de los mercados globales. La industria dquiriría con ello tal vulnerabilidad, que acabaría perdiendo su independencia sometida a industrias tecnológicamente pioneras, a las que quedaría atada. Robotizar el campo y producir alimentos desde la industria alimentaria por parte de una región como Asturias o de un país como España, no serviría de nada si se tienen que comprar robots y maquinaria a aquellos a quienes se venden los alimentos.
Llevamos cuarenta años sin tomar en serio la formación ocupacional y su estructura. Los mismos años que llevamos perdiendo nuestra independencia industrial cautivos de sectores muy dependientes. Todo lo contrario de lo que ha hecho China en los mismos cuarenta años.
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