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Colectivos profesionales del Turismo invisibilizados estos días

19 de Mayo del 2020 - José Manuel Prieto Pertierra (Oviedo)

Lo estamos pasando mal. Todos. Cada uno a su forma. Cada uno en lo que le toca.

Muchas personas no han podido detenerse y han tenido que exponerse, dar lo mejor de sí mismos y emplearse a fondo para que el resto pudiéramos permanecer en casa. No han tenido otra opción y han sido miles y ejemplares. Enumerar es dejarse a alguien. Gracias infinitas, de corazón.

Otras personas se han ido para siempre y quienes se han quedado han sufrido especialmente y han tenido que despedir a sus familiares y amistades como jamás se hubieran imaginado que tendrían que hacerlo. Sinceras condolencias, de veras. Ánimo.

A día de hoy vamos sabiendo más de a qué nos enfrentamos y cómo saldremos de esta, pero aún tenemos por delante más incertidumbres que certezas y el sentido común, la precaución, prevención y prudencia son, y serán, necesariamente útiles e imprescindibles en todos y cada uno de los pasos que demos. Por favor, no lo perdamos de vista.

Cada uno llora por lo que le duele. Y no es que no veas las penas del otro, ¿cómo abstraerse? Te afligen, compartes emociones, aflora la solidaridad, empatizas, deseas ayudar, consolar, arrimar el hombro, aportar... pero llorar, llorar de verdad, lloras por las tuyas, por las que conoces y te tocan o tienes más cerca y compartes día a día... egoísta tal vez, pero humano.

Me duele que se hable del Turismo y se contemple solamente los viajeros que nos llegan de fuera como única y exclusiva fuente generadora de riqueza y empleo en España en ese sector. Los españoles también nos movemos, viajamos, visitamos y generamos ingresos y riqueza que revierte en nosotros, aquí; aunque nos vayamos allende los mares, deja su parte en nuestra casa. Con la llegada de las agencia online, un poquito menos, pues casi ninguna tiene sede en España, pero eso es otro cantar, que no viene al caso en este momento...

Me duele que no se le haya dedicado páginas en prensa, minutos en televisión ni líneas en comunicados oficiales para dar visibilidad, importancia y presencia a las agencias de viajes españolas. Por lo general no acogen al turista extranjero, si no que intermedian en la contratación y asesoran a particulares en sus escapadas y vacaciones; a empresas en los movimientos de sus trabajadores y viajes de negocios; a colegios, asociaciones, parroquias y diferentes tipos de clubes en sus excursiones, viajes culturales, de ocio y de tiempo libre. Establecimientos normalmente en manos de autónomos o autónomos societarios, comercios de proximidad, pequeñas empresas en su mayoría, reguladas por una serie de mecanismos legales, licencias, seguros y avales, que las hacen, en lo que a comercialización de productos y servicios se refiere, uno de los sectores intermediarios más garantistas de nuestro país y que dan empleo a unas setenta mil personas. Empresas cuyo trabajo entra dentro de las actividades del sector Turismo. Las agencias de viaje, los agentes de viaje, desde finales de febrero hasta ahora no solo es que no hayan vendido nada, es que están teniendo que ingeniárselas para repatriar a personas que están lejos, intentar arrojar luz donde no hay demasiada, aconsejar en medio de circunstancias cambiantes e imprevisibles, gestionar cientos de cancelaciones, “pelear” con compañías aéreas y proveedores de servicios en nombre de los clientes y, por supuesto, devolver las ventas realizadas bastantes meses atrás (y con ellas su comisión, su margen comercial). Meses de salarios pagados, alquileres satisfechos, impuestos abonados, recibos de luz, telefonía, internet y otros gastos comunes del día a día cargados en las cuentas del banco, seguros sociales de trabajadores, retenciones a cuenta del IRPF y cuotas de autónomos religiosamente ingresadas. Generadores de empleo tras sus mostradores. La clave es la relación, asesoría y acompañamiento personal. El agente de viajes profesional trabaja antes, durante y después del viaje. Dedica tiempo a que el viaje o servicio comercializado salga “perfecto”, informa al cliente del más mínimo cambio y, si a la vuelta, la aerolínea le ha extraviado el equipaje, sigue ahí disponible para ayudarle con la reclamación correspondiente (qué responsabilidad tendrá el agente ni la agencia sobre la compañía de “handling” que ha contratado una determinada aerolínea y que ha despistado hace diez días una maleta en un aeropuerto a miles de kilómetros de su oficina)... pero el agente se implica y “pelea” como si la maleta fuese la suya. Ninguneados por la mala fe, e incluso ignorancia, de varias asociaciones de consumidores en su afán de buscar protagonismo y mayor número de asociados, nada más. Ni un mínimo de atención hacia este colectivo profesional dentro de toda la palabrería hacia el sector Turismo. Solo han nombrado hoteles, hostelería y compañías aéreas, que se tienen que tener muy en cuenta, pero también a las agencias de viajes españolas, como parte implicada que son.

Me duele que no se le haya dedicado páginas en prensa, minutos en televisión ni líneas en comunicados oficiales para dar visibilidad, importancia y presencia a las empresas de transporte de viajeros por carretera que no se dedican las líneas regulares de viajeros (concesiones públicas al fin y al cabo). Empresas cuyo trabajo entra dentro de las actividades del sector Turismo. Excursiones de día o de fin de semana-puentes, ejecución de circuitos nacionales y en Europa, viajes de estudios, visitas panorámicas, servicios para toda clase de grupos, movimiento de equipos deportivos, traslados al aeropuerto, excursiones de cruceros... Actividad cero ahora y durante un tiempo. En el futuro se vislumbra muy reducida. El miedo es libre. Miles de empresas, su inmensa mayor parte propiedad de autónomos o de pequeños empresarios donde, en muchos casos, los propietarios o socios conducen, hacen mantenimientos, labores de mecánica y también de oficina. Decenas de miles de autocares aparcados. La letra del autocar que se está pagando, llega puntual a su cita mensual haciendo una “mella” media del entorno de los cuatro mil euros en la cuenta bancaria. A cero kilometraje, cero recaudación. No solo estos meses, también los venideros. Circuitos anulados, excursiones, viajes de fin de semana o de puente que nunca se harán, fiestas tradicionales, visitas, bodas, despedidas de soltero, comuniones, congresos y romerías canceladas... Los seguros de autos son complicados de paralizar. El coste de la nave, aparcamiento o base, no se puede dejar de abonar. Un autocar no se puede llevar para debajo de casa... A los autocares se les ha puesto un límite “silencioso, no escrito” de edad en nuestro país, llegada la cual, pocas alternativas les queda más que el desguace o la venta a un país menos desarrollado que el nuestro, aunque el vehículo supere la ITV a la perfección. El tiempo pasa y el autocar se devalúa impertérrito. Generadores de empleo porque cada vehículo precisa conductor y, a mayor flota, más necesidad de recursos humanos, desde atención mecánica a personal de oficinas. Decenas de miles de conductores que nos reciben con ilusión a bordo, entregados para proporcionarnos una experiencia de viaje segura y a la que aportan su toque personal, que ahora están en sus casas sin saber cuándo se podrán poner de nuevo tras el volante para que recorramos el “mundo” en sus manos y cuyas familias, que siempre esperan su regreso, ahora esperan el momento de que puedan salir con seguridad y garantías sanitarias a ganarse el salario rodando. Se impone inexcusablemente la salud ante todo. Distanciamiento social y, consecuentemente, ocupación limitada y restringida de los vehículos. El coste de un servicio es el mismo con treinta que con sesenta viajeros. Comparaciones odiosas... Los aviones pueden ir llenos (se amparan en la climatización: cierto que tienen un sistema de filtrado del aire distinto, aunque bien se podría implementar en la climatización de cualquier autocar filtros HEPA), pero el roce y contacto con el compañero de asiento creo que es tan inevitable en el avión como en el autocar, quizá más probable en el avión, pues la distancia entre asientos es menor y la altura al techo, también. En cualquier caso, no es este el propósito de mi reflexión. Ni un mínimo de atención hacia este colectivo profesional dentro de toda la palabrería hacia el sector Turismo. Solo han nombrado hoteles, hostelería y compañías aéreas, que se tienen que tener muy en cuenta, pero también a las empresas de autocares discrecionales, como parte implicada que son.

Me duele que no se le haya dedicado páginas en prensa, minutos en televisión ni líneas en comunicados oficiales para dar visibilidad, importancia y presencia a los guías de Turismo, oficiales, titulados y acreditados convenientemente ante las CC AA que nos explican la historia y tradiciones de ciudades, desgranan los entresijos de monumentos y museos poniendo al alcance de todos contenidos que en un folleto seguirían siendo un galimatías, siempre dejando su impronta personal al despedirse. Personas cuyo trabajo entra dentro de las actividades del sector Turismo. También guías acompañantes que atienden a particulares, congresistas y grupos durante sus idas, venidas, circuitos, estancias y periplos, que están permanentemente a disposición para intentar solventar infinitas cuestiones y dudas, que esperan pacientes en aeropuertos y estaciones para recibir al viajero y ser la primera cara amable que les acoge y da la bienvenida. Algo harán que siempre los recordamos cuando regresamos a nuestros hogares. Ninguno de estos guías tendrá trabajo esta temporada y el tiempo y la evolución de la pandemia marcará el que tengan en el futuro. Autónomos todos ellos que no verán requeridos sus servicios, ni por viajeros particulares ni por agencias u organizadores de eventos y congresos, y que esperaban con necesidad la llegada de la Semana Santa, el puente de mayo y, por fin, la ansiada temporada alta para, empleándose a fondo en su trabajo en esas fechas, poder hacer de “hormiga” y aprovisionarse para sostener a sus familias el resto del año, mientras el viajero disfrutaba de vacaciones o días de asueto, como de costumbre venían haciendo año tras año. Profesionales, debido a la ley de la oferta y la demanda, con un grado de estacionalidad alto, excepto en casos contados de algunos lugares muy visitados durante todo el año. Pocos ingresos tendrán esta temporada y este año. Ahora se abre un panorama incierto en la forma que habrán de acompañarnos, atendernos, explicarnos, acogernos y guiarnos... Ni un mínimo de atención hacia este colectivo profesional dentro de toda la palabrería hacia el sector Turismo. Solo han nombrado hoteles, hostelería y compañías aéreas, que se tienen que tener muy en cuenta, pero también a los guías turísticos y de turismo, como parte implicada que son.

Espero que se vea un poco más clara la integración, encaje y necesidad rotunda de existencia estos tres colectivos profesionales dentro la “industria” del Turismo y el valor que a la misma aportan con su trabajo.

Colectivos resistentes en el desarrollo de su labor, duros en su empeño personal, cercanos en su atención, serios en sus compromisos, profesionales en su trabajo, necesarios para el Turismo, generadores de empleo, con calidad de sobra demostrada en su trayectoria, “nuestros” desde nuestros inicios como “viajeros” y que ahora están resultando invisibilizados para el Turismo, ¿posiblemente por no ser grandes empresas, enormes cadenas o grupos?, cuando forman parte genuina de su misma esencia.

Las pequeñas y medianas empresas no son “entes”: son muchas personas entregadas haciendo gestos personales de diferente índole en su día a día para hacerlas “grandes”. Colectivos del Turismo que no aguantarán eternamente por sí mismos sin salir malparados y, cuando algunos no puedan estar, su ausencia se hará muy visible y también muy notoria, pues quienes atienden a los viajeros no son “máquinas”, son personas comprometidas con su empresa, trabajo o proyecto, a los cuales otorgan vida e imprimen su particular huella en cada servicio que con esmero nos brindan.

Quisiera creer que a alguien más que a mí le duele esta invisibilidad o, simplemente, le da un poco qué pensar...

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