Sublevación y secesión
Cada vez peor y más enconado. Primero fueron la bandera y el idioma, prácticamente eliminados ya en Cataluña, con la cobarde tolerancia de todos los gobiernos, sobre todo de este último. Ahora la ofensiva va dirigida contra el Tribunal Constitucional, con el alegato del amañado Estatuto ese, cuya ilegalidad es evidente y manifiesta, todo un torpedo en la línea de flotación de nueva democracia. El tripartito y CiU –enemigos políticos, pero «socios» en su enfermizo separatismo–, a cara de perro ya, amenazan con sublevarse y la secesión de ese engendro de Estatuto no es aprobada totalmente, a pesar de su anticonstitucionalidad.
El acoso y ataques al Tribunal Constitucional vienen siendo continuos y vergonzosos, sin que el Gobierno salga al paso y ponga a las personas y las cosas en su sitio, Constitución en mano. Claro, cómo va a hacerlo, si el presidente, señor Zapatero, en su campaña electoral, prometió que si ganaba las elecciones cuanto acordara el Gobierno catalán lo aprobaría el suyo. Y como por la boca muere el pez, hete aquí las consecuencias. A esto, naturalmente, hemos de añadir que hoy, para desgracia del sufrido y laborioso pueblo catalán, el partido del señor Zapatero cohabita políticamente y gobierno con el del independentista señor Rovira, y aquí está la madre del cordero.
Sublevación y secesión. En el aire están estas dos amenazas de una gravedad que no parece importar al Ejecutivo ni a la Casa Real. Respecto al primero, lo acabamos de razonar. En cuanto a la segunda, bueno, todos sabemos que el Rey, como todos los Borbones, tiene una gran habilidad para nadar entre dos aguas, firmar lo que le echen y hacer cuantos equilibrios sean necesarios para poder conservar la corona sobre su real cabeza.
Y España, como consecuencia, precipitándose al abismo de su desintegración territorial y política. La crisis económica hará el resto.
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