Liberalismo y educación: ¿en busca de la mejor formación o de un nuevo nicho de mercado?
Una de las máximas que defiende con fervor el liberalismo es la necesidad de respetar la libertad individual, es decir, de permitir al individuo que, mediante una serie de decisiones propias libres de influencias o normas basadas en contextos sociales o culturales, sea capaz de lograr maximizar sus ventajas mediante elecciones libres, voluntarias y racionales.
Ante ese argumento resulta difícil encontrar alguna objeción, pues cualquiera debería poder aspirar en la vida a aquello que deseara y que la única limitación fuera su propia ambición o capacidad de esfuerzo. Por esa razón, la premisa cala perfectamente en un ideario capaz de encajar en cualquier sujeto independientemente de su forma de pensar.
Por el contrario, el liberalismo hace un gran hincapié, con el argumento anterior como bandera, en la necesidad de liberalizar la educación, pues recalca que nadie debería estar obligado a relacionarse con individuos que no desee y merece el derecho a recibir la mejor educación libre del control de las administraciones, de la regulación de contenidos, de su obligatoriedad o del financiamiento público.
Últimamente incluso se usa la palabra adoctrinar para apuntar que existe una posibilidad donde la educación aporte valores contrarios a la libertad individual o la moralidad de los padres, a pesar de que la libertad de cátedra defiende precisamente eso, divulgar el pensamiento y el conocimiento sin presiones económicas, políticas o de cualquier otro tipo.
La educación actual está estructurada mediante el modelo curricular basado en competencias donde se registra un proyecto educativo de un país. Por esa razón, es importante llegar a un consenso en educación transversal, libre de connotaciones políticas o económicas que puedan tergiversar el punto principal, la posibilidad del individuo a recibir la mejor educación posible que defiende el liberalismo.
La educación pública ha permitido la integración educativa de sectores de la sociedad que permanecían excluidos. Por esa razón, liberalizar la educación solo sería una muestra más de que las circunstancias de tu entorno te posicionan en un punto ventajoso respecto al resto de la gente y eso evitaría que individuos muy capaces pudieran llegar a ser la mejor versión de sí mismos. Es decir, una forma más de fomentar la desigualdad.
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