La normalidad ni es nueva ni es vieja, es que no la hemos conocido
Normal es según el Diccionario en su segunda acepción: “Que se ajusta a ciertas normas fijadas de antemano”. La pregunta es obvia: ¿normas para la vida del ser humano, de los animales, del planeta?, y luego el aluvión de preguntas complementarias de las que escogemos solo una dado el espacio; pero vamos primero con la definición de norma: “Regla que se debe seguir porque determina cómo debe ser algo o como debe realizarse”.
Bien, pues entonces: ¿quién puede poner las normas para la vida? Creo que no caben dudas sobre que la “normalidad” antigua, la contemporánea y la que pretende llegar a ser nueva no tienen nada de la norma con la que debemos funcionar. Es absolutamente evidente que dicha “normalidad” es más una anormalidad, teniendo en cuenta el resultado actual y el resultado natural de lo que debería haber producido una creación tan maravillosa como el ser humano, en un entorno tan majestuoso como la Tierra y el Universo.
Creo que me repito, pero... no me queda más remedio: ¿se puede comparar un virus de laboratorio o de mala práctica con los animales, que ha matado a 314.000 personas en el mundo, al virus del aborto de cien mil vidas al año, al año, al año, en España, y veinticinco millones de vidas al año en el mundo? La “normalidad” es que eso no importa, como no importa la contaminación, la enfermedad del planeta y de sus habitantes sobre intereses materiales, ni el hambre que afecta ya a ochocientos quince millones de personas. Podemos seguir con la guerra y los setenta millones de refugiados, la corrupción, la violencia, ahora ya cada vez más racionalizada en el ámbito familiar, la delincuencia, la inestabilidad política y social sin precedentes, el desarraigo de la moralidad, etc., etc.
Cuando veo las pintadas en el granito nuevo y resplandeciente de las fuentes de los nuevos parques en Zaragoza, sé que nada parará a este tipo de imbéciles; si hay norma, no se aplica. Quizá sea esa la respuesta. Antes que la norma que puede ayudarnos a todos, está la dejadez que proporciona votos. En este mundo, estamos a merced de líderes a quienes no convienen las normas. ¡Ah!, perdón, ¿Qué quién debe poner las normas?, pues Aquel que nos ha hecho, y... ahí están: “No os engañéis: nadie puede burlarse de Dios. Porque lo que uno esté sembrando es lo que cosechará. El que siembra pensando en su carne cosechará de su carne la corrupción, pero el que siembra pensando en el espíritu cosechará del espíritu la vida eterna” (Gálatas 6:7,8).
Debe rellenar todos los datos obligatorios solicitados en el formulario. Las cartas deberán tener una extensión equivalente a un folio a doble espacio y podrán ser publicadas tanto en la edición impresa como en la digital.
Las cartas a esta sección deberán remitirse mecanografiadas, con una extensión aconsejada de un folio a doble espacio y acompañadas de nombre y apellidos, dirección, fotocopia del DNI y número de teléfono de la persona o personas que la firman a la siguiente dirección:
Calvo Sotelo, 7, 33007 Oviedo