Salvador
No se puede negar que el ministro de Sanidad del Gobierno de España está cumpliendo rigurosamente con su cometido y recibiendo muy pocas críticas, lo cual es muy significativo en una etapa en la que no faltan los permanentes reproches al Ejecutivo por su gestión de la crisis del coronavirus.
Salvador Illa, nada más ocupar su cargo, en enero de este año, se encontró de frente con una responsabilidad imprevista y ha tenido que soportar, como ha podido, el peso de una circunstancia sobrevenida. En sus múltiples comparecencias para informar de la situación y de las decisiones adoptadas por el Gobierno, siempre lo ha hecho con seguridad y firmeza, enfatizando en lo esencial, es decir, en el objetivo principal de su mandato, que no es otro que el de salvar vidas.
Se podrá estar, o no, de acuerdo con determinadas decisiones que está tomando el Gobierno, con las prórrogas del estado de alarma y con el acceso por comunidades a las diferentes fases de la desescalada, pero nadie duda de las buenas intenciones del titular de Sanidad, que está salvando, como puede, la triste imagen de un Gobierno que está haciendo agua por todos lados.
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